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La siguiente entrada tiene como fin único detallar qué material llevé yo corriendo por el camino de Santiago Francés durante 14 etapas en la segunda quincena del mes de julio. No soy ningún experto corredor de resistencia ni nada similar, sólo voy a mostrar qué llevé, qué utilicé y qué no. En este sentido, se aceptan sugerencias y comentarios de todo tipo, de tal forma que todos podamos aprender de las experiencias de los demás.
La siguiente entrada tiene como fin único detallar qué material llevé yo corriendo por el camino de Santiago Francés durante 14 etapas en la segunda quincena del mes de julio. No soy ningún experto corredor de resistencia ni nada similar, sólo voy a mostrar qué llevé, qué utilicé y qué no. En este sentido, se aceptan sugerencias y comentarios de todo tipo, de tal forma que todos podamos aprender de las experiencias de los demás.
La mochila
Yo llevé una mochila Raidlight endurance de 10 litros. Se trata de una mochila muy ligera (610 gramos) muy bien pensada.
Su mayor ventaja es su ligereza y su acolchado trasero que se adapta perfectamente a la espalda así como su poca rigidez que permite a la mochila adaptarse al contenido.
Su mayor desventaja es que, para los que como yo utilizamos bolsa de hidratación, cuando la mochila va totalmente llena hay que vaciarla para poder sacar y meter la bolsa de hidratación. Esta desventaja desaparece cuando se utilizan bidones de agua enganchados a los tirantes de la mochila.
Ropa
En mi equipaje sólo llevé ropa deportiva de tal forma que cuando llegaba al albergue me ponía la ropa que iba a utilizar al día siguiente para correr. No tenía ropa de calle, sólo ropa de deporte.
- 3 camisetas: dos de licra ligeramente compresivas y una técnica de correr sin mangas. Esto va a gusto del consumidor, sin embargo, como en las carreras, debe ser ropa que esté más que utilizada. Un consejo: la mochila puede provocar rozaduras en la ropa y destrozarte alguna de tus camisetas favoritas. Le pasó a un amigo que conozco...
- 2 pantalones: marca Kalenji, sin virguerías. Me parecen muy cómodos y ya había corrido con ellos un ultra y muchísimas horas de montaña.
- 1 malla pirata: hasta debajo de las rodillas. Muy útil en caso de frío y/o lluvia. El inconveniente de los pantalones normales es que con lluvia se pegan a la piel provocando dobleces que pueden provocar rozaduras en las piernas. Yo llevé esta malla ya que en caso de lluvia, aunque empapada de agua, al ir pegada al cuerpo desde el comienzo no hay problema de rozaduras.
- 4 pares de calcetines: de caña baja sin llegar a ser tobilleros. El camino de Santiago transcurre mayoritariamente por pistas y caminos con mucha tierra. En caso de llevar calcetines tobilleros se corre el riesgo de que entre suciedad por dentro del calcetín y que esto provoque rozaduras en los pies.
- zapatillas: en mi caso llevé unas Adidas Solution 2 de asfalto. Opté por estas porque eran las zapatillas que más uso tenían de los 3 pares con que contaba en aquel momento. Aunque estaban un poco pasadas de kilómetros las preferí por varias razones. La primera de todas la comodidad, ponerme las zapatillas cada mañana era como ponerme los calcetines, se adaptaban a mi pie perfectamente. La segunda es que al ser zapatillas de asfalto vienen con rejilla por delante y por los laterales lo que permite transpirar muy bien al pie y evitar recalentamiento del pie y la humedad. De esta forma la posibilidad de ampollas se reduce casi a cero.
- jersey: yo llevé un jersey Under Armour semiimpermeable y cortavientos. El hecho de ser algo impermeable es una ventaja cuando la lluvia es muy muy muy ligera ya que nos evita tener que ponernos el chubasquero.
- chubasquero: en mi caso llevé un chubasquero Marmot totalmente impermeable y transpirable. Apenas pesa 200 gramos, muy recomendable.
- 1 braga: en caso de frío, nunca está de más para protegerse la garganta o taparse la nariz y boca. El último día la usé a modo de cinta para la cabeza en lugar de la gorra para evitar que me cayera el sudor sobre la cara ya que no hacía mucho sol y la humedad me estaba haciendo sudar mucho.
- gorra con capa: la capa para volar. Estamos hablando de pasarse bajo el sol más de 6 horas en verano. En mi caso llevé una gorra Salomon muy ligera y que, con frío, evacúa mucho el sudor y con calor mantiene algo de humedad. La capa es muy útil para no quemarse el cuello.
- gafas de sol: los ojos, como la piel, también se ven expuestos a los rayos del sol. Hay que protegerlos. Desde las 11 de la mañana aproximadamente a mí se me hacían necesarias.
- chanclas: yo las llevé por dos razones. La primera para ducharme en los albergues y evitar coger hongos en los pies. La segunda para caminar durante las tardes por los pueblos o por el albergue sin tener que volver a calzarme las zapatillas y darle un respiro a los pies. He de decir que muchas veces caminaba descalzo allá donde iba ya que me daba mucha liberación a los pies y las piernas.
- toalla: para secarse después de la ducha... obvio, ¿no?
- minineceser aseo personal: en mi caso sólo llevaba el cepillo de dientes. A modo de curiosidad, como el cepillo que quería llevar era muy largo le corté la caña para que cupiese en la bolsa en la que lo quería meter. Lo importante era minimizar el espacio y maximizar la utilidad. Obviamente el cepillo se quedó en Santiago...
- vaselina: para los pies y pliegues. La vaselina crea una capa oleosa que provoca que la fricción del pie con la zapatilla y calcetines no sea tan abrasiva y retrasa la aparición de ampollas.
- crema rozaduras: yo llevé Natusan, una crema que se utiliza para las rozaduras que le salen a los bebés. En mi caso la utilicé todos los días como primera capa sobre la planta de los pies y las zonas donde preveía que iba a rozarme más la zapatilla. En alguna ocasión la utilicé para curar alguna rozadura que me salió en la ingle.
- crema solar: imprescindible para cuidarse de los rayos del sol sobre todo a sabiendas de que nos vamos a pasar muchas horas bajo el abrasador sol del verano en la llana Castilla.
- minibotiquín
- gasas
- betadine
- aguja (gruesa, intramuscular)
- jeringuilla
- compeed
- esparadrapo
- venda adesiva
- aguja
- hilo
- alguna droga: paracetamol en mi caso que, afortunadamente, no necesité.
Del botiquín explicar que llevé una aguja y una jeringuilla para en caso de tener grandes ampollas extraer el líquido con la jeringuilla e inyectar betadine en el interior. Hay que destacar que este procedimiento es muy muy muy desagradable (escuece a muerte) ya que estamos desinfectando una zona que no tiene piel. La ventaja de este método es que haciéndolo así, se cura la herida por debajo de la piel de tal forma que cuando esta se cae la parte de abajo ya está seca y se está generando piel nueva. Yo no tuve que hacerlo ningún día, sin embargo, a mí no se me ocurriría hacerlo a mitad de ruta, puesto que, como digo, se trata de un proceso muy desagradable. De haberlo tenido que hacer lo habría hecho al finalizar cada etapa.
Por otro lado, el hilo es otra forma de tratar las ampollas. Se pincha la ampolla con el la aguja y se atraviesa la ampolla con el hilo previamente empapado en betadine. Se corta el hilo dejando la ampolla atravesada por el hilo. Además de desinfectar ligeramente la herida evita que el líquido se vuelva a quedar dentro de la ampolla formando bolsa de nuevo. De esta forma la ampolla se va secando antes.
Otros aparejos
Además de la ropa y el botiquín en mi mochila llevé:
- saco de dormir: un saco de 350 gramos (fino como una pequeña manta) que apenas ocupaba espacio.
- navaja multiusos: yo llevo una muy pequeñita, apenas pesará 10 gramos. Nunca está de más llevar algo así por si acaso.
- mechero: sirve para desinfectar las agujas.
- cámara de fotos + cargador: además de para documentar el camino de Santiago, yo llevé una pequeña cámara de fotos que también grababa vídeo de tal forma que en los momentos de mayor bajón y soledad (yo fui solo los 14 días) uno puede hablarle a la cámara y expresarle tu yo del futuro cómo te sentías o qué problemas estabas teniendo. Esto para mí fue bastante liberador ya que una vez que lo cuentas pierde poder en tu cabeza y no pesa tanto.
- móvil + cargador: yo llevé un smartphone con conexión a internet para compartir con familiares y amigos mi progreso día a día. Para ahorrar batería, ya que los smartphone tienen ese grandísimo problema, yo lo llevaba totalmente apagado. ¿Por qué? Hay muchas zonas del camino de Santiago con mala cobertura y en esas zonas los teléfonos móviles están continuamente buscando red y eso puede hacer que nos quedemos sin batería en menos de una hora. ¿Por qué no en modo avión? El calor durante el camino haría recalentarse mucho al teléfono en caso de ir encendido (más que si va a apagado) lo que haría que la duración de la batería fuese muchísimo menor.
- libreta y bolígrafo: cada tarde, apuntaba en mi libreta qué había comido, cómo me encontraba físicamente, qué cosas había sentido o pensado durante todo el camino y qué gente había conocido.
Nunca olvidarse
- pasión e ilusión: si uno no tiene pasión o ilusión por lo que hace no merece la pena hacer este tipo de cosas.
El peso total del equipaje en seco era de 3 kilos. En este sentido hay que decir que la cantidad de agua que se rellenaba era especialmente importante ya que, en caso de llenar totalmente la bolsa de hidratación, el peso aumentaba en un 66% y se notaba la diferencia a la hora de correr. De hecho, la bolsa de hidratación la llené a tope sólo una vez y cuando me puse la mochila y empecé a correr tuve que bajar bastante el ritmo. Para quien piense que no influyen dos kilos para correr, decirle que la diferencia es abismal y físicamente se nota esa carga extra.
¿Qué no usé pero que volvería a llevar?
- La malla pirata. Aunque no la usé en esta ocasión la volvería a llevar. Pensándolo fríamente era mi única prenda de abrigo para las piernas. En caso de frío o lluvia la malla habría sido de gran utilidad. Quizá el mayor inconveniente de cargar con ella fue el volumen que ocupaba, no así tanto el peso.
- Algunas cosas del botiquín como la jeringuilla y la aguja no tuve que utilizarlas, sin embargo, las volvería a llevar, apenas ocupan espacio y no pesan nada y pueden ser muy útiles en un momento dado.
- Tampoco tuve que usar el paracetamol, sin embargo, volvería a llevarlo. Nunca se sabe cuándo puede dolernos la cabeza o cuando un dolor muscular, en mitad de la nada, puede ponernos en jaque.
¿Qué no volvería a llevar?
Estoy bastante orgulloso de la selección de material que hice ya que utilicé el 95% del material que llevé.
¿Qué habría llevado?
- Gel de ducha y/o champú. Prescindí de ello y quizá, en algunos momentos me hubiera apetecido darme una duchita y restragerme con un buen gel de ducha y lavarme la cabeza con un buen champú. Es totalmente prescindible, no va a pasar nada por ducharse sin geles y/o champúes durante dos semanas.
- Un botecillo de detergente líquido. Muchos albergues te venden detergente para lavar la ropa en las lavadoras que hay. En mi caso lavé toda mi ropa a mano siempre para no arriesgarme a que una lavadora se comiera una de las pocas prendas que llevaba en mi equipaje. La ropa que llevaba era ropa muy específica y difícil de encontrar en el camino, además de que en caso de tener que comprar ropa nueva el riesgo de rozadura era muy grande. En el caso de los calcetines, que eran los que más suciedad acumulaban, un poco de detergente líquido habría facilitado la labor. Aún así, siendo concienzudo en el proceso de lavado la ropa queda perfectamente y lista para su uso lavándola a mano y sin detergente.
¿Qué pasa con el agua?
En mi caso, para portar el agua, llevé una bolsa de hidratación de 2 litros con tubo para poder adaptarla a la mochila e ir bebiendo a través de él cómodamente mientras corría. ¿Son necesarios 2 litros de agua? En según qué partes del camino es recomendable rellenar la bolsa al completo. Hubo tramos de hasta 17 kilómetros en los que no encontrabas más que campos de alfalfa y la nada a ambos lados del camino. Ni un pueblo y mucho menos una fuente. Nunca llegué a quedarme sin agua, aunque sí llegué a estar al límite.
Cabe destacar que a partir de León el número de fuentes en el camino se reduce drásticamente de tal forma que es recomendable rellenar un poco más de agua por si acaso. En Galicia hay que remarcar dos circunstancias: hace menos calor pero hay más humedad. Con mucha humedad se tiende a sudar más aunque la sensación de calor sea menor, hay que tener mucho cuidado con esto y no dejar de beber durante todo el recorrido.
Tuve mis dudas sobre si llevar pastillas de sales o no. Finalmente no las llevé y no tuve ningún problema. Intentaba beber alguna bebida isotónica cuando veía que sudaba mucho y también comía cosas con alto contenido en sales minerales: jamón, frutos secos, etc. Un buen rehidratante es la cerveza, pero sin alcohol, ya que el alcohol necesita ser expulsado del cuerpo y eso requiere de más líquido por lo que beber mucha cerveza con alcohol y correr puede provocar que nos deshidratemos más rápidamente. Por no hablar de que te emborrachas fácilmente si te tomas dos cervezas sin haber comido nada después de haber corrido durante 8 horas. Y hablo desde la experiencia.
En mi caso iba controlando mi hidratación a través de la orina. Es importante controlar el color (ni muy claro ni muy oscuro) y la frecuencia con que hacemos nuestras paradas hidráulicas. En mi caso había ocasiones que paraba hasta 3 veces desde que arrancaba a correr por la mañana hasta la hora de la comida, lo que significaba que me estaba hidratando bien y, quizá un poco de más, ya que mi cuerpo iba eliminando el líquido sobrante. Sin embargo, en las olas de mayor calor no paraba ni una sola vez a orinar ya que el cuerpo estaba aprovechando todo el líquido que yo bebía para mantener la temperatura del cuerpo a través del sudor.
¿Y qué como?
Este asunto me llevó muchos quebraderos de cabeza y durante los primeros días fui probando diferentes cosas hasta que llegué a la conclusión que la mejor opción para llegar con energía suficiente al final de cada etapa, era hacer buena carga de hidratos durante la tarde/noche y comer algo con alto contenido calórico y de lenta absorción (hidratos de absorción lenta, como pan, pasta o arroz) a mitad de etapa. El mayor inconveniente de hacer una comida en el camino (en mi caso opté, tras muchas pruebas por comerme un bocadillo de jamón hacia las 11 o 12 de la mañana) es que con el estómago lleno y en plena digestión el cuerpo funciona bastante más lento ya que la digestión requiere mucha concentración de sangre en el estómago.
Otras cosas de interés
Este consejo es aplicable no sólo al camino de Santiago sino a cualquier ruta que sea haga por larga o corta que sea. Relativiza lo que te diga la gente. Por lo general, la gente no tiene conciencia de la distancia que hay entre dos sitios. En una ocasión, pregunté a un señor a qué distancia quedaba el siguiente pueblo y me contestó que en a 9 kilómetros. Llegué en 20 minutos. Realmente había 3 kilómetros. Es un ejemplo llevado al extremo pero cuando uno no lleva ninguna referencia espacio temporal hay que mantener la calma
Aunque uno haga el camino de Santiago por motivos deportivos hay cosas que uno no debe dejar de hacer. Hablar con la gente del camino es una de las cosas que mayor placer me daba cuando llegaba a los albergues. Cada persona es un mundo y existen unas curiosas ganas de compartir y todo el mundo tiene algo que aportarte.
No vayas con prisa, párate a mirar y observar el paisaje. Levanta la cabeza mientras corres y mira a tu alrededor, haciendo el Camino de Santiago uno puede disfrutar de vistas que en coche jamás vería.
Por último, no dejes de disfrutar cada minuto, cada kilómetro, cada lugar, cada persona. Si no lo haces, cuando llegues a Santiago te darás cuenta de que sólo has perdido el tiempo.
Actualización: había olvidado hablar sobre el peso total del equipaje. Gracias Álvaro.