miércoles, mayo 23, 2012

El Infierno Cántabro, mi infierno y mi maestro

Es paradójico que el otro día alentara a demostrar cuándo las cosas son imposibles y cuando no lo son y venir hoy de nuevo a tener que contar que los 10000 del Soplao, el común y adecuadamente conocido como Infierno Cántabro, no han podido ser esta vez. Entonces ¿lo que escribí el otro día deja de tener validez? En absoluto, esto sólo significa que esta vez no me ha sido posible pero que seguro que más adelante sí lo es y, creedme, lo será.

Así es, el durísimo ultramaratón del Soplao se me ha hecho cuesta arriba esta vez y después de 11 horas de haber estado pateando por los preciosos paisajes de la comunidad cántabra, decidí que era el momento de parar. Llevaba muchas horas con malas sensaciones y físicamente no estaba ni al 20% de lo que requería la prueba y mentalmente, bueno, mentalmente digamos que simplemente no era el día. Una vez decidido que me iba a quedar en el avituallamiento de Bárcena Mayor aún quedaba salir del infierno. Fueron las dos horas más largas, intensas y duras física y mentalmente de mi vida.

Estos días me he estado planteando si escribir una crónica sobre la carrera o no. Me he sentido extraño, no es tristeza, no es desilusión, no es malestar... no sé qué es. Después de darle muchas vueltas creo que lo que pasa es que me he quedado un poco vacío por haber decidido abandonar. A pesar de que no es la primera vez que dejo una prueba a medias, sí que es la primera ver que dejo una carrera a medias a la que iba a hacer algo bonito. Momentos duros, situaciones complicadas, decisiones difíciles, todo pinta a ser una auténtica experiencia a olvidar, ¿verdad? Ese sería el error, eso, y sólo eso, convertiría un abandono de una carrera en un fracaso. Los errores son los mejores maestros, nos enseñan grandes lecciones y yo, personalmente, no estoy dispuesto a dejar pasar la oportunidad de aprender una gran lección.

Así que esta vez no habrá historias sobre kilómetros cuesta arriba, barrizales cuesta abajo, vacas que se cruzan en el camino (que las hubo), amaneceres que difuminan la luz del frontal o avituallamientos que no llegan. No puedo explicar cómo me sentí porque todavía no sé qué sentí, qué me llevó a parar, qué me llevó a decidir no seguir. ¿Dolor? Muchísimo, ¿aguantable? Supongo que sí. Y sin embargo, dentro de mí nació el deseo de no seguir allí, de salir de aquel infierno y regresar a algún sitio donde aquello terminase.

Desde que decicí que la carrera había terminado para mí, allá por el kilómetro 60 aún me faltaban 27 para llegar a Bárcena Mayor y eso, al ritmo que estaba yendo, eran más de 4 horas. El planteamiento fue sencillo: seguir caminando y no pensar. De repente tenía una nueva motivación: llegar fuera como fuera a Bárcena Mayor. Esa motivación me hizo reponerme de tanto malestar y simplemente seguir caminando. Afortunadamente encontré un "atajo" y en lugar de 27 kilómetros sólo hice 17. No sé cuánto tiempo me llevaron ya que me había prohibido mirar el GPS para no desmotivarme al ver que al ritmo que llevaba iba a tardar una eternidad en llegar. Estimo que fueron unas dos horas pero en realidad no lo sé a ciencia cierta.

Fui restando kilómetros y kilómetros mientras seguía luchando por seguir adelante. Tenía ciertos dolores que me preocupaban y fui muy precavido entonces para no agravar lo que pudiera ser que dolía. Pensé muchísimo y sentí muchísimas cosas en esas horas. Eso que sentí y que viví durante esos momentos tan difíciles y duros fue mi lección. Me estaba diciendo a mí mismo todo aquello que en otras situaciones no me había dicho y tuve que irme a Cantabria a correr un ultramaratón de montaña a descubrir aquello que no me había atrevido a decirme.

Lo sé, todo suena muy abstracto pero es que lo es. Así lo siento dentro y así lo expreso y no voy a entrar en más detalles. Cada uno que interprete lo que quiera. Lo que sí voy a compartir es qué lección he aprendido. Esta carrera me ha enseñado que tan importante como hacer lo que uno siente que debe hacer es identificarse con eso que quiere o está haciendo. No basta con que crean que quieren hacerlo sino que deben sentir que, a la par que quieren hacerlo, ya lo están haciendo, vivan eso que hacen y actúen en consecuencia. Sí, nuevamente suena todo muy abstracto... creo que lo que estoy intentando decir es que mantengan el foco en eso que quieren hacer y si en algún momento pierden el foco sobre eso que sienten que quieren hacer, revisen dónde se ha ido su foco y por qué está ahí y evaluar si es momento de reenfocar.

He aprendido que todos los pasos que se dan en esta vida hay que darlos en una dirección, la que nos lleva al destino al que queremos llegar porque de lo contrario estaríamos deambulando y terminaríamos por perdernos.

jueves, mayo 17, 2012

Sobre lo imposible

La The Western States Trail Ride, comúnmente conocida como Tevis Cup, se trata de una carrera de montaña ecuestre de 100 millas (160 kilómetros) que se celebra cada año en Sierra Nevada en California. En el año 1974 uno de sus participantes, Gordon Ainsleigh, tuvo problemas con su montura y decidió que afrontaría la carrera a pie. Este jinete finalizó la carrera en el nada desdeñable tiempo de 23 horas y 47 minutos abriendo la caja de pandora en cuanto a ultracarreras de montaña.


Me resulta curiosa la naturaleza de lo imposible y más curioso todavía me resulta cuántas veces algo que se suponía era imposible se ha superado, a saber: correr los 100m lisos por debajo de 10 segundos, saltar de espaldas en el salto de altura, tener conectados millones de ordenadores a una red común con acceso a información casi infinita...

Probablemente, cuando Gordon dijo a sus amigos y familiares que iba a correr las 100 millas sin su caballo, muchos, o todos ellos, le dijeron: estás loco, eso es imposible. Imposible sería, pero lo hizo. Acabó esa primera carrera y lo hizo es muchas más que a raíz de su hazaña surgieron. Se podría decir que este fue el nacimiento de las carreras de ultrafondo de montaña tal y como las conocemos en la actualidad. Y sin el señor Ainsleigh, yo no me habría planteado hace unos meses afrontar una carrera de montaña de 115 kilómetros.

Efectivamente, mañana, a eso de las 23 horas, dará la salida de una de las carreras más clásicas del ciclismo todoterreno y de carretera español: Los 10000 del Soplao. Sin embargo, desde hace tres años, y con el éxito de las carreras a pie de montaña, la organización del evento organiza un ultramaratón de montaña puntuable para el UTMB. Los datos de la carrera son:

  • Distancia: 112k (aunque el track marca 116k...)
  • Altura ganada: 4,221 m
  • Altura perdida: 4,221 m
  • Mínima Elevación: 126 m
  • Máxima Elevación: 1.257 m
  • Pendiente máxima de subida de 36.7%
  • Pendiente máxima de bajada: 47,9%

La primera reacción de mucha gente es decirme que estoy loco y que eso es imposible. A lo que siempre respondo: no niego tener cierto desorden mental, pero no creo que correr 116 kilómetros sea imposible. No lo ha sido para muchos corredores que han afrontado esta y superiores distancias y no lo es para mí. O sí, hasta que no lo afronte no lo sabré. Obviamente es imposible que cualquier persona decida de un día para otro correr 115 kilómetros de montaña, sin embargo, con la preparación adecuada se puede hacer y además se puede disfrutar haciéndolo.

Por eso cuando alguien te diga que estás loco y que algo es imposible, dale las gracias por su opinión y demuéstrale lo equivocado que está.