martes, noviembre 23, 2010

Leer los ojos

Miró los ojos y vio en ellos un infinito. Unos ojos profundos que no hablaban que sólo callaban. Unos ojos que no eran negros pero que no tenían color. En ellos podía perderse. En aquellos pozos, profundos, oscuros, misteriosos, podía adentrarse sin saber siquiera si al final había algo, sin saber si podría salir una vez dentro de ellos.

En esos ojos no había alegría pero tampoco tristeza. Eran unos ojos totalmente inexpresivos que sólo con mirarlos lo decían todo. Aquellos ojos tendrían alguna historia detrás, seguro, sin embargo, aquellos ojos no la dejaban salir. Esos ojos querían hablar y sacar de su interior las palabras que durante tanto tiempo habían encerrado. Eran dos cajas fuertes que encerraban sus secretos, nada de allí podía salir sin que fuera con palabras.

No hablaban y lo decían todo. Aquellos ojos callaban sufrimiento, desilusión, dolor. Eran unos ojos que no decían que habían sufrido mucho durante mucho tiempo. No hablanban de lo que a lo largo de los años habían acumulado en su interior; tras esos ojos; un saco de sentimientos que ahora no podía sacar.

Se paró a observarlos y se vio en ellos. Se vio dentro de ellos y supo que ya no podría salir, que aquellos ojos le atraparían para siempre, que jamás podría escapar de la cárcel en que aquellos ojos le habían encerrado. Se vio contra los barrotes de los ojos intentando escapar y se dio cuenta de que no sólo no podría escapar sino que llevaba ahí dentro toda la vida.

Aquellos ojos. Los ojos negros. Los ojos mudos. Los ojos carceleros. Los ojos profundos. Los ojos. Esos ojos. Sus ojos.

6 comentarios:

Alberto Fernández dijo...

Que voy a decirte, David. No puedo expresar con palabras la alegría de verte otra vez publicando un relato, que sea tan hondo, cautivador, bello y tuyo como éste. Con tu marca, tu estilo. Eres muy bueno, lo sabes, por lo menos a mi me lo parece.

Esos ojos me recuerdan una historia parecida. Yo también conocí una vez unos así, unos ojos que me atraparón, que me invitaban a ir más allá y conocer que escondían. Negros y mágicos como una noche, misteriosos y irresistibles como lo prohibido. Me preguntaba que ocultaban, que mil sentimientos en uno palpitaban tras esas azabaches pupilas.

Y lo que me encontré tras ellos fue uno de los mejores regalos y experiencias de mi vida. Que más puedo decir. ¡Gracias por permitirme durante tanto tiempo, que vea mi reflejo en los tuyos!

Un abrazo muy fuerte David.

Unknown dijo...

Alberto: lo de ser bueno o malo lo dejamos para otro momento. Ya sabes que lo mío es la bulimia literaria. Sobre los ojos del relato, ya sabes que no son los míos...

Disfruta y sé feliz.

Alberto Fernández dijo...

Lo bueno de tú relato es que esos ojos pueden ser los que el lector quiera. ¿No? Esos ojos que a cada uno, al escritor o al lector, han cautivado, embrujado, etc.

No me digas que eso no es grande y tú no eres bueno ;)

Un abrazo ojos bonitos :P

Unknown dijo...

Alberto: vaya, qué vergüenza... no he sabido transmitir lo que quería... No siempre se puede conseguir...

Disfruta y sé feliz.

Alberto Fernández dijo...

Has conseguido transmitir perfectamente lo que querías. Otra cosa es que como todos los textos literarios, la interpretación de los mismos no sea única. El mensaje principal está, tus sentimientos se muestran de manera clara. Pero ello no puede impedir que el lector divage,personalice, imagine, etc. Esa es una de las grandezas del arte.

Un abrazo, y no te martirices tanto, que eres bueno ;) y GRANDE :P jejejejejeje

Unknown dijo...

Alberto: creeme que si crees que los ojos de los que se habla pueden ser los de cualquiera entonces no he sabido transmitir... Esos ojos son sólo de una persona y sólo pueden ser de una... Si no queda claro es que el relato no está bien escrito. No me martirizo soy realista y crítico conmigo mismo, nada más.

Disfruta y sé feliz.