miércoles, diciembre 29, 2010

Colaboración MadPhoto - Aula Creativa

Estuve colaborando con Aula Creativa y MadPhoto el pasado 10 de diciembre para trabajar conjuntamente fotógrafos y creativos para cumplir unos requisitos que éstos últimos necesitaban. Les dejo mi selección propia de las que considero las mejores fotos.

El resto de fotos, que no son muchas más, véanlas aquí.

lunes, diciembre 27, 2010

Disfruta el camino y las pequeñas cosas

Hacía tiempo que no reflexionaba con ustedes, sin embargo, hoy me he sorprendido argumentando, hablando de la felicidad, y no he podido evitar compartirlo. Desde luego no se trata de una verdad absoluta sino, como diría un buen amigo mío, es mi verdad. Aquí está:
Grandes cosas maravillosas ocurren una, dos o a lo sumo tres en la vida, grandes cosas tenemos una o dos al año, sin embargo, pequeñas cosas buenas tenemos todos los días.
Y teniendo en cuenta que durante el camino hacia las grandes cosas maravillosas es donde ocurren las pequeñas cosas buenas, debemos aprender a disfrutarlas, es lo que nos hace disfrutar el camino.

¿En qué medida la suma de todas las pequeñas cosas que nos pasan cada día supera a las grandes cosas maravillosas? No creo que se trate de suplir uno con otros sino de aprender a apreciarlos en su justa medida. Tampoco creo que se trate de dejar de apreciar, ni loco, las grandes cosas maravillosas de la vida sino más bien aprender a apreciar las pequeñas cosas buena del día a día.

Como ya digo no es una verdad absoluta universal, sólo se trata de MI verdad absoluta universal.

martes, diciembre 21, 2010

Frases LXXIV

La auténtica riqueza de un ser humano es el bien que hace al mundo.
مُحَمِّد (profeta)
 Ya saben ¿quieren ser ricos? Hagan el bien.

domingo, diciembre 19, 2010

Diccionario barrido (XXII)

En la última entrada del siempre sabio y genial Yayo Salva leo el uso de una palabra que me ha cautivado.

  1. m. Saco largo y estrecho, de lienzo basto o de lona, que sirve para guardar o llevar algo.
  2. m. coloq. Persona poco esbelta y muy ancha de cintura.
  3. m. vulg. cárcel (‖ de presos).
  4. m. vulg. Billete de 1000 pesetas.
  5. m. germ. calza (‖ prenda que cubría las piernas).
No hay mucho más que quiera decir más que gracias a Yayo por regalarme esta palabra para el diccionario barrido.

      martes, diciembre 14, 2010

      Frases LXXIII

      Leyendo una entrevista al Dr. Mario Alonso Puig sobre psiconeuroinmunobiología me quedo con una frase:
      No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.
      Dr. Mario Alonso Puig (médico cirujano y conferenciante)

      jueves, diciembre 09, 2010

      Abrazos

      Como cada día al cerrar la librería, Dion, fue a la estación para coger el tren. En el andén estaban los de siempre y algunos esporádicos. Cruzó cómplicemente la mirada con algunos al pasar a su lado. Eran extraños pero conocidos.

      Su tren llegó, del andén saltó al vagón y se sentó mirando al frente. A su lado la señora que hablaba a voces por teléfono, en frente la chica de ojos azules que estudiaba o trabajaba en la universidad y al lado de ésta un extraño desconocido. Acomodado sacó de su bolso un libro, lo abrió por el marcapáginas y se puso a leer. Enfrascado en la lectura, en cada estación, levantaba la mirada para ver en qué estación se encontraba. No hubiera sido la primera vez que, por estar tan concentrado en la lectura, se pasaba de estación.

      A punto de llegar a la última parada levantó la cabeza de nuevo, esta vez para coger el marcapáginas y colocarlo donde había dejado la lectura. Al ir a levantarse se percató de que la jóven sentada en frente de él le miraba y sonreía. Él sonrió instintivamente y le ofreció pasar delante de él.

      Al llegar a la estación ambos se bajaron y Dion se dirigió hacia otra vía para coger el tren que le dejaría cerca de casa. Tras él, la joven le siguió y se plantó a su lado en el andén. Él se extraño de verla junto a él ya que nunca había cogido esa línea al hacer trasbordo. Se miraron y sonrió ella y él tímidamente.

      Un nuevo salto desde el andén y de nuevo sentado y cuando iba a echar mano de su libro vio que la chica se sentaba a su lado. Él la miró y de nuevo sonrieron. Esta vez la de él fue una sonrisa que preguntaba "¿me estás siguiendo?". A lo que la de ella respondía "sí".

      Con la mano metida en el bolso, sin decidirse a sacar su libro, la miró y le espetó:

      - Hoy te estás desviando de tu trayecto habitual.
      - Sí -respondió ella sin dejar de sonreir.
      - Puedo preguntar a dónde vas.
      - Sí, por supuesto. Te estoy siguiendo.

      Dion se paralizó en ese instante. Aunque cabía la posibilidad de que ella le estuviera siguiendo jamás se habría esperado que lo reconociera tan abiertamente.

      - Vaya... me dejas un poco sin palabras -contestó tras unos segundos de silencio.
      - Ya veo -respondió ella mientras reía ligeramente.- ¿Te parece si tomamos un café?

      Dion miró al frente mientras su cabeza intentaba vislumbrar algo que no era capaz de ver. Pasaron unos segundos hasta que él respondió.

      - De acuerdo -terminó por responder.- Conozco un sitio muy tranquilo si nos bajamos en la siguiente estación.
      - ¡Genial! Vayamos allí.

      La sonrisa en la cara de Dion volvió a dibujarse. Era una sonrisa algo más tranquila aunque seguía pareciendo tensa. Ella, sin embargo, seguía mostrando la misma sonrisa tranquila del principio.

      El tren llegó a la siguiente estación y los dos se bajaron sin mediar palabra. Fuera de la estación, a mitad de camino hasta el lugar donde iban a charlar, Dion sólo se atrevió a decir:

      - Es extraño.

      A lo que ella respondió:

      - Bueno, no tanto.

      Llegaron a la cafetería y buscaron una mesa donde sentarse tranquilamente.

      - ¿Qué tomas? -le preguntó Dion.
      - Pídeme un café descafeinado de máquina con leche, por favor.
      - Vengo ahora.

      Se dirigió a la barra con las manos entrelazadas a la altura del pecho intentando hacer crujir sus nudillos. Intentaba liberar algo de tensión pero no sabía cómo hacerlo. Pidió los cafés, el café descafeinado de máquina con leche para ella y el café grande largo de café con leche templada, los llevó a la mesa, con sumo cuidado los colocó sobre la mesa y se sentó frente a ella. Ella probó su café mientras él la miraba. Luego fue él quien bebió y ella quien observaba.

      - Vaya, disculpa mis modales. Ni siquiera me he presentado. Me llamo Dion -dijo algo más tranquilo.

      Ella se quedó callada y pasados unos segundos levantó la mirada de su café.

      - Sé lo que haces- le dijo mientras le miraba a los ojos sonriente.
      - ¿Conoces mi librería? ¿Has estado allí?
      - No hablo de la librería. Sé lo que haces.
      - No sé a qué te refieres -dijo más nervioso todavía.
      - Sé a qué te dedicas -continuó. -No me parece mal, lo respeto.
      - Mira, me vas a perdonar pero no sé a lo que te refieres -contestó. En ese mismo instante, Dion pasó de estar nervioso a estar preocupado. Ella decía saber algo sobre él que él no quería y no creía que ella supiera.

      Las miradas se cruzaron y en ese instante ambos sabían que ella sabía lo que él ocultaba. Lo sabía.

      - Lo sé. A mí no me lo puedes ocultar. No te voy a juzgar por ello. Sólo quiero hablar contigo de ello, nada más.
      - ¿Qué dices que sabes?- inquirió él totalmente serio.
      - Sé eso que haces. Eso. Ya me entiendes.

      Se la notaba ciertamente cómoda y segura de sí misma. Sabía algo y él sabía que lo sabía.

      - Lo que está claro es que yo no te voy a decir nada hasta que no me digas qué es lo que tú sabes. Podría desvelar algo que realmente no sabes- respondió más serio aún.
      - Sé lo de los abrazos.

      Dion se quedó paralizado. Sus ojos se habían clavado sobre de ella, quien había vuelto a sonreir, ahora juguetonamente.

      - No te preocupes. Puedes estar tranquilo, no se lo voy a decir a nadie.
      - No me has dicho exactamente qué es lo que sabes.
      - Cierto, veo que eres cuidadoso. Hablo de que sé que robas abrazos.

      Las palabras de ella explotaron en sus tímpanos y sus ojos se rompieron en mil pedazos al cruzarse con la mirada de ella. Sus manos sudaban y jugueteaban con la cucharilla en el café.

      - Tranquilo, de verdad, no se lo voy a decir a nadie. Sólo quiero hablar de ello.

      Ella alargó su mano y estrechó la de Dion con fuerza.

      - Si te tranquiliza, te diré que yo también lo he hecho.
      - Realmente sí me tranquiliza- respondió él.- Nunca había hablado de ello con nadie. De hecho no sabía que hubiera más gente que lo hiciera.
      - Yo tampoco, pero te vi un día hacerlo en la estación y supe que tenía que hablar contigo- dijo mientras le soltaba la mano.- De hecho te diré una cosa, esa estación no me viene nada bien.

      Al terminar la frase rompió a reír a carcajadas.

      - Has dicho que tú también lo hacías, ¿es que ya no lo haces?- Preguntó Dion.
      - No. Lo cierto es que ya no me llenaban- respondió ella.- Se me hacía demasiado fácil conseguirlos y, bueno, ya sabes, en la conquista también hay placer.
      - Cierto- respondió más tranquilo.

      Él se había acomodado algo más al saber que se encontraba frente a alguien que entendía lo que hacía y por qué lo hacía.

      - Durante el tiempo que robé abrazos sólo había una cosa que me preocupaba. No sabía hasta donde sería capaz de llegar por uno. ¿Qué es lo peor que has hecho tú por un abrazo?
      - Siempre es lo mismo, siempre hago lo peor: mentir.
      - ¿Mentir?- preguntó ella extrañada.
      - Sí, mentir. Para mí la mentira es algo cruel y mezquino cuando se trata de sacar un provecho. He utilizado todo tipo de tretas y cada vez se me hace más cuesta arriba mentir, pero si no lo hago sé que no conseguiré lo que deseo.
      - Entiendo- respondió pensativa.
      - Y tú, ¿qué es lo peor que has hecho?- preguntó.
      - ¿Yo? Supongo que mentir también es lo peor que he hecho. No lo había pensado pero todos los que robé fueron mintiendo. No le había dado importancia al hecho de mentir, pero ahora que lo pienso supongo que es grave.
      - Al menos para mí lo es- respondió.

      Ambos se quedaron en silencio. Él tomó un trago largo de café y posó la taza sobre el plato. Entre ellos sólo estaba el ruido de la cafetería. Los dos se miraban a los ojos.

      Él intentaba leer los ojos de ella y veía en ellos pasión, ilusión, dedicación, esfuerzo. Una belleza extraña que jamás había visto en los ojos de nadie. Ella también dio un trago largo hasta acabarse el café.

      De nuevo silencio. De nuevo miradas. Finalmente ella rompió el silencio.

      - Te parece si...- dijo mientras abría sus brazos.
      - Estás segura. Tú ya no robas abrazos.
      - Bueno, te lo estoy pidiendo. Técnicamente no te lo estoy robando.
      - Está bien.

      Ambos se levantaron y se acercaron con los brazos ligeramente abiertos. Sus cuerpos encajaron entre éstos y sus cuerpos terminaron por encontrase. Él colocó su cabeza sobre el hombro izquierdo de ella y ella la suya sobre el izquierdo de él. Sus brazos se cerraron hasta encontrarse con la espalda el uno del otro. El abrazo duró segundos que parecieron horas. Durante el abrazo eran uno.

      Finalmente terminaron por separarse y él respiró muy hondo como saboreando la ambrosía que acababa de paladear. Se notaba, por un lado, tranquilo y por otro algo exaltado. Nunca había se había sentido así con un abrazo.

      Aún no se habían sentado cuando ella de nuevo se acercó a él. Esta vez sus manos se dirigieron tras la cabeza de él y su cabeza no se dirigió a su hombro. Cerró los ojos y sus labios se posaron sobre los de él. Dion, sintiendo los labios de ella sobre los suyos, sintió que se estremecía, que por todo su cuerpo corría una sensación de placer que jamás había experimentado. La lengua de ella invadió su boca e invitó a la otra a jugar, a buscarse y encontrarse entre los dientes. Dion se revolvía de placer mientras sus manos se entremezclaban tras la espalda de ella aprentándola contra su cuerpo.

      Finalmente ella se separó de él y él se quedó con los ojos cerrados, sin respirar. Disfrutando del placer que aún estaba sintiendo.

      Cuando abrió los ojos ella ya se había sentado y estaba sonriente y tranquila. Dion se sentó y se le quedó mirando, hipnotizado, a los ojos de ella. Silencio.

      Sacándole de su profundo éxtasis, dijo:

      - ¡Uf! ¡Qué tarde! Tengo que irme- dijo mientras se ponía el abrigo.

      Él, todavía algo inconsciente, consiguió hablar.

      - Perdona, no me acuerdo de cómo te llamas.

      Ella se acercó a Dion y, acariciando su cuello mientras seguía caminando, le susurró al oído:

      - Es que no te he dicho como me llamo.

      miércoles, diciembre 08, 2010

      Diccionario barrido (XXI)

      1. adj. coloq. Que muestra en el semblante pena, turbación o sobresalto.
       El niño se mostró cariacontecido al abrir sus regalos de navidad y ver que sus magestuosidades no le habían traído lo que tanto esperaba.

      miércoles, diciembre 01, 2010

      Frases LXXII

      El pasado sábado estuve en un taller para aprender a aprovechar las crisis, entendida la crisis como un cambio brusco en una situación. Todo momento de crisis debe ser visto como una oportunidad.

      Uno de los materiales que nos entregaron era una reflexión del científico Albert Einstein que hablaba sobre las crisis y la forma de actuar en las mismas. De lo que decía me quedo con:
      Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos.
      Albert Einstein (Ciencífico y filósofo)

      domingo, noviembre 28, 2010

      XXVII Media maratón de Villaverde, mi crónica

      Nuevo reto propuesto, acabar una media maratón, y nuevo reto más que conseguido. Esta mañana he participado en la XXVII Media Maratón Popular de Villaverde. 21 kilómetros y 97 metros corriendo era más de lo que yo nunca había corrido.

      Mi propuesta para afrontar la carrera era acabar en dos horas, lo que suponía mentener un ritmo de algo menos de 6 minutos el kilómetros. Este es ritmo es para mí algo más que un trote cochinero.

      Al levantarme esta mañana he visto que fuera hacía un grado bajo cero y, aunque todavía era de noche, la temperatura no tenía pinta de que fuera a subir subir mucho más. Al llegar a la salida, he recogido el dorsal y el chip y he intentado hacer que el cuerpo entrase en temperatura. Estiramientos, carrera ligera y soplar las manos para no tener que amputármelas.

      A las 10 en punto, los mil quinientos corredores que nos amontonábamos en la salida hemos arrancado con el disparo (literal) de salida.

      Hasta que el gusano de corredores se ha estirado un poco he ido a un ritmo muy por debajo del previsto, pero una vez que se ha abierto hueco para correr sin miedo a tropezar he cogido mi ritmo, conservador, muy conservador. Como no había liebres hasta el primer kilómetro no he podido saber a qué ritmo iba, sin embargo, tal y como iba me encontraba muy cómodo. A la llegada al primer kilómetro miradita al tiempo: 5:30. Al ritmo que iba me encontraba muy a gusto y, aunque iba por encima de lo que había previsto antes, he continuado a ese paso.

      Los primeros tres kilómetros, como siempre me pasa, han sido duros. Es a partir de entonces cuando las piernas ya han entrado en temperatura y se han estabilizado los ritmos cardíaco y respiratorio. No he notado ninguna molestia en las rodillas porque las había calentado bien en la salida, sin embargo, hasta el kilómetro 6 he tenido pequeñas molestias en los tobillos que han terminado por desaparecer.

      El primer avituallamiento ha estado en el kilómetro 7, traguito de agua y a seguir corriendo. El cuerpo estaba respondiendo perfectamente y no podía ser de otra forma porque, aunque en algunos tramos aumentaba un poco el ritmo, he intentado estar en 5:30 los diez primeros kilómetros.

      En el kilómetro 11 reseteo mental y carrera nueva: 10 kilómetros por delante. Lo que me quedaba por delante era algo a lo que estoy acostumbrado así que he pensado: ¿por qué no apretar un poquito para darle emoción a la carrera? He pasado a correr a cinco minutos el kilómetros y como las piernas iban rodadas el aumento no ha supuesto un esfuerzo real.

      A ese ritmo me encontraba de nuevo muy cómodo y como no había grandes desniveles he podido mantenerlo fácilmente.

      En el kilómetro 15 otro avituallamiento y he tenido un momento crítico: me he atragantado bebiendo. No puedo más que decir que he pensado que desde ahí ya no levantaba cabeza. He tenido que bajar el ritmo hasta que he dejado de toser y he recuperado el ritmo respiratorio. Hasta el 16 he estado un poco bajo de moral pero al cruzarlo he echado un nueva miradita al tiempo y he visto que había hecho los últimos 5 kilómetros a menos de 5 minutos el kilómetros así que había que seguir.

      Hasta el kilómetro 20 he ido adelantando a mucha gente, yo había sido muy conservador e iba con mucha energía acumulada y podía apretar el paso. Las piernas querían correr y la cabeza no decía nada así que apretadita de puños y p'alante.

      Extrañamente el último kilómetro ha sido especialmente duro. Yo lo achaco a que me he puesto nervioso, por la emoción de estar llegando, y he perdido el ritmo de respiración pero al final he cruzado la meta...


      En resumen, 21,097 kilómetros en 1 hora 47 minutos y 30 segundos (aproximadamente porque al llegar no me he fijado en los segundos), ritmo de 5:05 el kilómetro (acabo de hacer el cálculo y acabo de alucinar) y el placer de volver a demostrarme que querer es poder.

      miércoles, noviembre 24, 2010

      Diccionario barrido (XX)

      hiniesta
      1. f. retama
      retama
      1. f. Mata de la familia de las Papilionáceas, de dos a cuatro metros de altura, con muchas verdascas o ramas delgadas, largas, flexibles, de color verde ceniciento y algo angulosas, hojas muy escasas, pequeñas, lanceoladas, flores amarillas en racimos laterales y fruto de vaina globosa con una sola semilla negruzca. Es común en España y apreciada para combustible de los hornos de pan.
      2. [...]

      martes, noviembre 23, 2010

      Leer los ojos

      Miró los ojos y vio en ellos un infinito. Unos ojos profundos que no hablaban que sólo callaban. Unos ojos que no eran negros pero que no tenían color. En ellos podía perderse. En aquellos pozos, profundos, oscuros, misteriosos, podía adentrarse sin saber siquiera si al final había algo, sin saber si podría salir una vez dentro de ellos.

      En esos ojos no había alegría pero tampoco tristeza. Eran unos ojos totalmente inexpresivos que sólo con mirarlos lo decían todo. Aquellos ojos tendrían alguna historia detrás, seguro, sin embargo, aquellos ojos no la dejaban salir. Esos ojos querían hablar y sacar de su interior las palabras que durante tanto tiempo habían encerrado. Eran dos cajas fuertes que encerraban sus secretos, nada de allí podía salir sin que fuera con palabras.

      No hablaban y lo decían todo. Aquellos ojos callaban sufrimiento, desilusión, dolor. Eran unos ojos que no decían que habían sufrido mucho durante mucho tiempo. No hablanban de lo que a lo largo de los años habían acumulado en su interior; tras esos ojos; un saco de sentimientos que ahora no podía sacar.

      Se paró a observarlos y se vio en ellos. Se vio dentro de ellos y supo que ya no podría salir, que aquellos ojos le atraparían para siempre, que jamás podría escapar de la cárcel en que aquellos ojos le habían encerrado. Se vio contra los barrotes de los ojos intentando escapar y se dio cuenta de que no sólo no podría escapar sino que llevaba ahí dentro toda la vida.

      Aquellos ojos. Los ojos negros. Los ojos mudos. Los ojos carceleros. Los ojos profundos. Los ojos. Esos ojos. Sus ojos.

      domingo, noviembre 21, 2010

      Un paso más y siempre hacia delante

      Vengo hoy cargadito con una historia que contar. Hace algo menos de dos años, empecé a correr. Al principio mi único afán era el de perder algo de peso, ganar algo de agilidad y fortalecer mis salud gracias al deporte. 

      De niño apenas aguantaba diez minutos corriendo a un ritmo muy bajo. Hoy es a partir de la media hora cuando me empiezo a sentir bien corriendo. Disfruto pedaleando más de cien kilómetros sobre la bicicleta, soy capaz de andar cien kilómetros en menos de veinticuatro horas, puedo correr diez kilómetros en cuarenta y cinco minutos y levantarme a las 6 de la mañana para ir a trabajar y, al llegar a casa por la noche, salir a correr. Habrá quién se pregunte qué gano con todo eso. Diría que nada y mucho, depende de quién lo mire. En primer lugar, gano el placer de hacerlo, de cada vez que me pongo las zapatillas salir a darlo todo (aunque a veces cuerpo y mente vayan por caminos diferentes), de llegar cada vez más lejos...

      Y de eso va todo esto, de llegar más lejos. Mi objetivo deportivo para este año lo cumplí en la Carrera Solidaria BBVA haciendo un tiempo real de algo más de cuarenta y cinco minutos. En mente tenía como propósito para el año que viene bajar mi tiempo en los diez mil y presentarme a una media maratón y, quizá, acabarla. Pues bien, ayer me inscribí en la Media Maratón de Villaverde no sólo con la intención de acabarla sino de hacerlo en dos horas.

      A una semana del evento, me encuentro físicamente bien (superado un ligero susto que me llevé el viernes por la tarde) y psicológicamente con las ganas de  demostrar una vez más que querer es poder. Desde luego que esté con ganas no significa que vaya a ser un camino de rosas ni mucho menos. Durante esta semana probablemente pase por días en los que crea que soy capaz de correr dos maratones seguidas, días en los que no querré siquiera tomar la salida el domingo en Villaverde y días en los que ni me importará correr, sin embargo, sé que en cuanto me levante el domingo por la mañana sólo habrá un camino que tomar:
      Dar un paso más y siempre hacia delante.

      lunes, noviembre 15, 2010

      Diccionario barrido (XIX)

      regomeyo
      1. m. And. y Mur. Malestar físico que no llega a ser verdadero dolor.
      2. m. And. y Mur. Disgusto que no se revela al exterior.
      Doctor, doctor, tengo un ligero dolor aquí, así como un regomeyo, diría yo.

        sábado, noviembre 13, 2010

        Diccionario barrido (XVIII)

        Gracias a Mota, hoy traigo una palabra que parece estar de moda últimamente: sieso. Se suele decir que alguien es un sieso a aquella persona que es apocado, triste, desaborido, inexpresivo, arisca o poco amable. Todos entendemos cuando alguien nos dice de alguien que es un sieso, sin embargo, la primera y única acepción de la palabra está lejos de significar algo parecido.

        1. m. Ano con la porción inferior del intestino recto.
        Así que ya saben, tengan cuidado la próxima vez que le digan a alguien que es un sieso porque pueden quedar como el culo.

        jueves, noviembre 11, 2010

        Frases LXXI

        Una compañera del curso de fotografía, Susana Sanz, ha publicado el vídeo con su trabajo final de curso en Youtube. Os invito a que lo veais porque realmente las fotografías que publica son geniales y es capaz de captar esos momentos de nuestros mayores más "íntimos".

        Además de las magníficas fotos deja una reflexión que me ha encantado y que comparto con ustedes a continuación:
        Me sobrecoge la fortaleza de los que se enfrentan al fin de la vida.
        Joan Hunt (fundadora y presidenta Asociación para cuidados del cáncer)

        martes, noviembre 09, 2010

        Me gusta Madrid

        Como parte del curso avanzado de fotografía (es algo que me ha mantenido un poco apartado de nuestro blog favorito ¡oh, El Rincón Barrido!) teníamos que hacer una trabajo. Los profesores propusieron el arranque del tema y nosotros teníamos que definirlo: Me gusta... En mi caso no podía ser de otra otra forma que Me gusta Madrid.

        Como bien nos decía Damián: no se trata sólo de hacer fotos, cada foto tiene que ser la mejor foto pero entre todas debe haber una coherencia, deben hablar en un mismo lenguaje. Encontrar ese lenguaje es lo que me ha costado para este trabajo, sin embargo, una foto reveladora me dio el lenguaje que quería utilizar. El volumen de fotos no es grande, pero las fotos que he seleccionado son las que tienen que ser. No significa que el trabajo haya terminado aquí.

        De momento les dejo con el primer resultado (seleccionen 1080HD en el reproductor para ver las fotos a la máxima calidad):

        lunes, noviembre 08, 2010

        Diccionario barrido (XVII)

        1. adj. p. us. Dicho de un rito, de un sacrificio, de una fórmula, etc.: Que, por su carácter mágico, se cree que aleja el mal o propicia el bien.
        Gracias a Antonio sé que las gárgolas que se colocaban antiguamente en los edificios se colocaban, además de para evacuar las aguas de los tejados, con un sentido totalmente apotropaico.

        Gracias, Antonio.

        miércoles, noviembre 03, 2010

        Frases LXX

        En cualquier momento de decisión lo mejor es hacer lo correcto, luego lo incorrecto, y lo peor es no hacer nada. 
        Theodore Roosevelt (presidente estadounidense)

        sábado, octubre 30, 2010

        Llegas tarde

        J: ¡¡¡Llegas tarde!!!
        W: No es cierto.
        J: ¡Sí lo es!
        W: No, no lo es.
        J: ¡Ujum! ¡Sí, sí lo es!
        W: No, no, no.
        J: ¡Argh! ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!
        ...
        W: Habíamos quedado a las dos y media. ¿Verdad?
        J: Verdad. Son las tres y media. Llegas una hora tarde.
        W: No, son las dos y media en punto.
        J: ¿Las dos y media? Mira mi reloj. Marca justo ahora las tres y treinta y un minuto. Llegas una hora tarde.
        W: A ver. Sí, es cierto, marca las tres y media.
        J: ¿Ves? ¡Tengo yo razón! ¡Llegas tarde!
        W: Sigo diciendo que no llego tarde. Mira mi reloj. Marca justo ahora las dos y treinta y dos minutos.
        J: Ese reloj tiene una hora menos.
        W: Efectivamente.
        J: Lo cual, de nuevo, me da la razón.
        W: No, no lo hace.
        J: Entonces, ¿cómo explicas que tengas el reloj con una hora menos? ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh?
        W: Porque se la he cambiado yo.
        J: ¡Demonios! ¡Encima lo reconoces!
        W: Totalmente. No podría ser de otra manera.
        J: ¡Barrrrrf!
        W: Jol. No te alteres, ¿vale? Yo te lo explico ahora.
        J: Sí, sí me altero. Llegas una hora tarde.
        W: ¿Puedo, al menos, defenderme de lo que me acusas?
        J: Mmm... mmm... ¡Vale!
        W: Hoy se cambia del horario de verano al horario de invierno. En España, normalmente la hora se cambia por la noche. A las tres de la madrugada todos los relojes deben pasar a tener las dos de nuevo. Yo lo he cambiado y ahora son exactamente las dos y treinta y cuatro minutos por el horario de invierno.
        J: ¡Albricias! Espera que lo cambio yo también.
        W: Venga.
        J: Ya está.
        ...
        J: ¡¡¡Llegas tarde Wal!!! Son las dos y treinta y cinco minutos. Llegas cinco minutos tarde.
        W: ...

        miércoles, octubre 27, 2010

        domingo, octubre 24, 2010

        Vida

        Muerte, destrucción, odio, ira, envidia, desilusión, furia, codicia, terrorismo, guerra, ruido, desencantos, tristeza, llantos, dolor, rabia, soledad, fracaso, hambre, ruina, olvido, vacío, abandono, depresión, crisis, suciedad, avaricia, el mundo es.

        Y de repente te ponen en los brazos a tu sobrina recién nacida y todo eso desaparece.

        Si hay vida hay esperanza.

        miércoles, octubre 20, 2010

        jueves, octubre 14, 2010

        Abuelo, por qué miente la gente

        - ¡Ay, hija mía! ¿Qué preguntas me haces? ¿Por qué miente la gente? Pues mira, en realidad, cada persona tendrá sus razones, incluso te diré más, hay distintos tipos de mentiras.
        - ¿Distintos tipos de mentiras?
        - Sí, cariño, para mí hay cuatro tipos de mentiras. Te explico. El primer tipo de mentiras realmente no se puede considerar una mentira, son metirijillas. Son las conocidas como mentiras piadosas. Una mentira piadosa es esa que se cuenta para hacer más llevadera una verdad.

        La pequeña se queda pensativa un segundo, mira al abuelo y le espeta.

        - No lo entiendo, ¿si es una mentira cómo puede hacer más llevadera una verdad?
        - Déjame que te ponga un ejemplo. ¿Recuerdas el guiso de carne que hizo la tía Berta la semana pasada?
        - Sí, estaba malísima.
        - Lo sé. ¿Y recuerdas qué decía todo el mundo?
        - Sí la gente le decía que no estaba mal. Sabía muy mal.
        - Sí, pero de haberle dicho que sabía mal podría haberle molestado. Piensa que le había llevado toda la mañana hacerla y había puesto mucha ilusión en ello. Eso es una mentira piadosa. Pero también acuérdate de que luego le estuvimos dando consejos para que la próxima vez que lo hiciera supiera mejor. Es una mentira, sí, pero es para que alguien a quien quieres no se lleve un mal rato.
        - ¡Ah! Entiendo. ¿Cuál es el segundo tipo de mentira?
        - El segundo tipo de mentiras son las que se dicen para hacer daño a la gente.
        - ¿Para hacer daño? ¿Como un pellizco?
        - No, se dicen para hacer daño en el corazón.
        - ¿Te pellizcan el corazón?

        El abuelo suelta una sonora carcajada mientras mira a su pequeña.

        - Se podría decir que sí, como si te quisieran pellizcar el corazón. Eres muy pequeña para comprender este tipo de mentiras. Son una cosa muy fea. Ya hablaremos de esto cuando seas algo mayor.
        - Vale, abuelo.
        - El tercer tipo de mentira es el que se dice para engañarse a uno mismo.

        La cara de la niña es un cuadro. Se nota que no entiende nada porque sus ojos van de un lado a otro, como buscando en su pequeña cabecita la respuesta a tantas preguntas que se le amontonan.

        - Veo que no lo tienes muy claro, ¿verdad?
        - No.
        - A veces, para poder mentir a los demás hay que empezar por mentirse a uno mismo. Si no te engañas a ti mismo no puedes engañar a los demás. Una vez que tú mismo te crees tus mentiras estás en disposición de mentir a los demás.
        - ¿Y por qué la gente va querer mentirse a uno mismo?
        - Por la misma razón por la que nacen todas las mentiras, por miedo.
        - ¿Miedo? ¿Miedo a qué?
        - Miedo a la verdad, pequeña, miedo a la verdad. La verdad a veces puede ser cruel, aunque sea la verdad.
        - A mí no me gustan que me mientan.
        - Claro que no, pequeña, a nadie. Pero mucha gente no está preparada para escuchar la verdad. Es más, hay mucha gente que no está preparada para sus propias verdades, entonces es cuando se engañan a si mismos y engañan a los demás.

        Ambos se quedan en silencio. El abuelo mira a la pequeña y le dice.

        - No te preocupes, eres muy pequeña para entenderlo. Espero que nunca tengas que engañarte a ti misma.
        - Yo también.

        El abuelo continúa hablándole.

        - Por último, mi amor, están las medias verdades. Yo no las considero una mentira como tal pero hay mucha gente que opina que no decir toda la verdad es mentir.
        - ¿Cómo se dice una verdad a medias?
        - Es fácil, solamente hay que decir una parte de las cosas y no decir la otra parte. Te pondré un ejemplo. El otro día fuimos juntos al parque, ¿verdad?
        - Sí, estuvimos en los columpios, en el tobogán y luego fuimos al quiosco.
        - Eso es. ¿Y recuerdas que te dije que no le dijeses nada a mamá de la bolsa de gusanitos?
        - Sí.
        - Cuando llegamos a casa mamá te preguntó si lo habías pasado bien y tú respondiste que sí y no le dijiste nada sobre los gusanitos.
        - Sí, porque a mamá no le gusta que los coma.
        - Como no le dijimos nada de la bolsa de gusanitos se puede decir que le contamos la verdad a medias y no pasó nada, ¿verdad?
        - No.

        De nuevo se callan y la niña termina por preguntar.
        - Abuelo, ¿me has mentido a mí alguna vez?
        - No -responde al instante el viejo.- Nunca. No hay ninguna razón para mentirte a ti, mi amor.
        - Vale, porque me gustaría que me dijeses la verdad siempre. ¿Vale?
        - Vale, cariño. Yo siempre te diré la verdad.

        miércoles, octubre 13, 2010

        Frases LXII

        The trouble with not having a goal is that you can spend your life running up and down the field and never score. 
        Vía Lifehack.

        martes, octubre 12, 2010

        100 en 24: casi recuperado y...

        Pasada una semana de haber terminado una prueba de 100 kilómetros en 24 horas y casi recuperado de las molestias, en la memoria no hay ni rastro de los malos momentos pasados. Sólo quedan buenos recuerdos, la sensación de cruzar la meta y el placer de haber conseguido el reto propuesto.




        ... y con unas ganas casi incontrolables de volver a las andadas.

        jueves, octubre 07, 2010

        100 en 24 Madrid - Segovia: la crónica

        Pues sí, amigos, ya era hora. Ha pasado ya casi una semana y todavía no había contado nada acerca de la aventura. El tiempo parece que últimamente se dobla y en lugar de 24 horas los días tengan sólo 12. Pero bueno, aquí estoy.

        Como ya sabrán, y quien no lo sepa, se lo hago saber en este instante, el fin de semana me lancé a lo que unos llaman locura y otros aventura de hacer 100 kilómetros en 24 horas. Se trata de una modalidad de ultrafondo a la que ya me había enfrentado hace unos meses, sin embargo, esta vez  me la había planteado de otra forma. De hecho en esta ocasión tuve la suerte de ir acompañado de, dos compañeros de trabajo, Iván y Saúl.

        El primer tramo, 29 kilómetros, de Plaza Castilla a Colmenar, pasando por Tres Cantos, nos la tomamos con calma, apenas a unos 5 kilómetros por hora para poder alcanzar Colmenar con energías para afrontar los dos siguientes tramos. Iván, ya te lo dije en su momento, estos 29 kilómetros son tuyos, de aquí en adelante caminábamos tu espíritu y yo. Gracias.

        En Colmenar Iván y Saúl alcanzaron su meta y yo continué caminando el tramo segundo. Desde Colmenar todo iba perfectamente, físicamente iba casi como al inicio del primer tramo y el ánimo no faltaba, gracias, dicho sea de paso, a los ánimos que muchos de vosotros vertisteis sobre mí. El mayor problema fue el calor y la soledad, ambos iban minando uno el cuerpo y el otro el ánimo. Colmenar, Manzanares y luego subida hasta Mataelpino. A partir de aquí el perfil se complicaba un poco ya que había subidas intensas que había que salvar.

        Desde Matalpino, donde le había ganado media hora al cierre de carrera, hasta Navacerrada supuestamente, según el rutómetro, había 5 kilómetros y mi ritmo era de 5 kilómetros por hora. Haciendo un cálculo simple salía que llegaría a Navacerrada en una hora. Continué caminando y cuando la hora de llegar se acercaba, miraba el reloj: 50 minutos, 55 minutos, 1 hora, 1 hora y 10 minutos... el control de Navacerrada no aparecía. Estos fueron momentos durísimos porque llegué a pensar que me había saltado incluso el control de Navacerrada, sin embargo, no había nada que pudiera hacer más que seguir caminando bajo la negra noche. 1 hora y 20 minutos y ¡oh! sorpresa a la hora y media llegué al control de... ¡¡¡Navacerrada!!! Sí amigos, había tardado hora y media en recorrer 5 supuestos kilómetros. En el control se obcecaban en decir que sí, que de Mataelpino a Navacerrada había 5 kilómetros. Comentando con más marchadores llegamos a la conclusión de que había, por lo menos, 7 kilómetros.

        Ya daba igual cuántos hubiera yo tenía la moral por los suelos y, de hecho, sentado en el suelo mientras recuperaba energías pensé, seriamente en quedarme allí y esperar al transporte para abandonar. No sé cómo pero me levanté del suelo y arranqué a caminar. Quedaban 9 supuestos kilómetros hasta Cercedilla. Afortunadamente nos juntamos otra marchadora y yo y el camino hasta Cercedilla lo hicimos charlando. En hora y media nos pusimos en Cercedilla. Aclarar que en hora y media, al paso que íbamos, no podíamos haber recorrido 9 kilómetros. Probablemente hubiera 7...

        A mi llegada a Cercedilla tenía la moral absolutamente minada por los contratiempos que, ahora que lo pienso, había salvado con tanta fuerza de voluntad. Allí me dirigí como quien no ha comido en meses al avituallamiento para recuperar energías: pasta. Allí, primera sorpresa, me estaba esperando Saúl, quien había hecho el primer tramo y me había estado llamando de continuo para saber cómo estaba. Siempre es agradable ver a alguien conocido cuando has estado caminando durante 7 horas sólo. Gracias.

        Cena sin prisa pero sin pausa, por no perder tiempo y porque había hambre, cura de pies, estiramientos, cambio de calcetines y plantearse si seguir o no. Con Saúl estaban Fer, un amigo suyo que quería asaltar la Fuenfría costase lo que costase. Así que no había más opción que seguir hacia delante.  Aquí se trataba de llegar los dos o ninguno. De nuevo gracias a Marta, Sara y Saúl por acompañarnos unos metros, permitidme que lo diga, casi absurdamente tomándose un refresco mientras Fer y yo afrontábamos la subida hasta la calzada romana.

        Tercer y último tramo. Los primeros kilómetros hasta la Calzada Romana, por asfalto, se me hicieron eternos. Una vez remotando los 5 kilómetros, el camino se convirtió en una pista de tierra con un falso llano continuo.

        Permítanme que haga una pausa en el relato. En este punto, mi cuerpo no respondía a mis órdenes. La cabeza pedía parar y el cuerpo sólo sabía seguir andando. Como muy simpáticamente comentó Fer mientras caminábamos, teníamos al viejo de la barba blanca como loco mandando glóbulos rojos a un lado, neuronas a otro, glóbulos blancos a diestro y siniestro y no conseguía más que cansarse, como nosotros. Es curiosa la capacidad de desconectar cuerpo y mente y que el dolor deje de significar dolor y sea algo anecdótico. Recuerdo mirarme los pies y pensar: no soy yo quien los mueve, van solos.

        La llegada a la Fuenfría fue el primer momento emotivo. Los voluntarios nos recibieron con aplausos y vítores. Todo un detalle si pensamos que esa gente llevaba horas y horas allí pasando frío. Chapeau por ellos, gracias. Yo había conseguido superar mi límite de 73 kilómetros de la otra vez y Fer había alcanzado el que había sido su propósito. Podíamos habernos quedado allí pero uno no sube a la Fuenfría andando para bajar en coche. Rápidamente, porque el viento pegaba fuerte y frío, continuamos nuestro camino. Desde la Fuendría aún nos quedaban 20 kilómetros, pero no 20 cualesquiera, no: 20 kilómetros de bajada.

        Para mí era un regalo ya que me encuentro más cómodo bajando que subiendo. Obviamente, pensarán algunos, pero que le pregunten a Fer cómo lo pasó en la bajada. Nuestro idea era estar en la Cruz de la Gallega, el último punto de control, con media hora de adelanto para descansar y continuar. Cuando pensábamos que íbamos muy bien, vimos, justo detrás de nosotros la figura del peregrino que cerraba la carrera. Le preguntamos cuánto nos quedaba y nos dijo: a este paso llegamos justo al cierre. Bien, en ese momento, yo, personalmente, me vine totalmente abajo. Decidimos seguir el ritmo del peregrino para llegar para sellar la credencial del peregrino, hacer un corto descanso y salir hacia Segovia antes de que cerrasen el último control. Mis palabras hacia Fer, si no recuerdo mal, fueron: Fer si llegamos a la Cruz de la Gallega y no descansamos yo no quiero seguir. Para sorpresa nuestra llegamos al control con ¡¡¡40 minutos de adelanto!!! Primero me acordé de la santa madre del peregrino y luego pensé: ojo, que tenemos tiempo para descansar. Aquí Fer se portó como un campeón porque no dejó que me viniese abajo, hasta la Cruz de la Gallega, él tiró de mí. Gracias.

        En el último control, nos lo tomamos con calma. Reponer fuerzas, risas, chistes, gracietas para descargar tensión y llamada a mi madre para decirle: Mamá, estoy a 12 kilómetros de Segovia y vamos a hacerlo.

        Afrontar esos 12 kilómetros atravesando, incluso, una zona de campo a través, fue lo más duro a lo que me he enfrentado a mi vida. Sinceramente ahora mismo no sé cómo podía seguir andando, sin embargo, notaba que Fer iba muy muy muy tocado de sus pies y, sinceramente, mis dolores desaparecieron, al menos en la cabeza. Había que seguir y uno no se podía venir abajo.

        Lo peor de todo es que caminábamos y no veíamos Segovia. No se veía por ninguna parte. Llegamos a la estación de AVE y sabíamos que estábamos cerca pero no veíamos el destino. De corazón, no sé cómo lo hacíamos pero seguíamos andando.

        Por fin superamos una loma y pudimos divisar Segovia a lo lejos pero no alcanzábamos a descubrir donde estaba el acueducto que era donde se encontraba la meta. Es duro caminar después de casi 100 kilómetro sin saber hacia donde vas. Finalmente entramos en zona urbana y tomamos una calle. Sabíamos que estábamos cerca y que lo íbamos a conseguir pero no ver tu destino nos tuvo en jaque hasta que...


        No puedo decir nada sobre la llegada más allá de remarcar que yo no sabía que mis padres iban a ir a la meta. Lo demás, las sensaciones tanto físicas como mentales como emocionales son inexplicables. Los sentimientos estaban a flor de piel y me aborbotonaban. No quiero decir nada más al respecto es demasiado especial para intentar explicarlo con palabras, palabras que no pueden explicarlo.

        Desde luego esta vez no voy a decir: no vuelvo a hacerlo. Sin duda ha merecido la pena el esfuerzo y, por supuesto, no descarto volver a enfrentarme al reto. De hecho no descarto intentarlo en menos de las 23 horas y 17 minutos de esta.

        El resumen en imágenes:









        Todas las fotos en el álbum 100 en 24 Madrid - Segovia I.

        GRACIAS A TODOS.

        lunes, octubre 04, 2010

        Diccionario barrido (XVI)

        1. adj. Falto de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes.
        Ya saben, no sean pusilánimes y afronten grandes retos en su vida y si no lo hacen ya habrán perdido.

        domingo, octubre 03, 2010

        Reto conseguido: 100 en 24

        Sólo hay dos cosas mejores que cruzar la meta después de andar 100 kilómetros en 24 horas. Una es que tus padres, sin previo aviso, se presenten en la meta para verte llegar. La otra mejor es oir a tu propia madre gritando: ¡Bravo campeón!


        Sólo hay una cosa que pueda decir: GRACIAS.

        jueves, septiembre 30, 2010

        100 en 24: Madrid - Segovia por el camino de Santiago

        Tenía mucha razón cuando decía:
        No vuelvo a hacerlo y ya veremos el año que viene.
        Efectivamente ni siquiera ha tenido que pasar un año para que vuelva a enfrentarme de nuevo al reto de recorrer 100 kilómetros en menos de 24 horas a pie. Como la otra vez no hay razón más allá del deseo de hacerlo y la ilusión de conseguirlo.

        He ganado en fondo desde que afronté la anterior marcha de 100 kilómetros y he aprendido mucho sobre racionar mis fuerzas después de los 1200 kilómetros por Galicia en bicicleta. Espero que todo eso me ayuda a alcanzar mi meta.

        Soy consciente de que esta ruta es bastante más complicada. La primera parte, de Madrid hasta Colmenar, es una zona conocida para mí y sé que eso no va a ser problema. Es a partir de Cercedilla, en el kilómetro 66, donde la cosa se complica ya que ahí arranca un ascenso de 14 kilómetros que salva un desnivel de casi 400 metros. A partir de entonces la cosa no mejorará ya que el alto de la Fuenfría y Segovia están separados por 23 kilómetros de descenso que salvan 600 metros. En estas situaciones las rodillas sufren sobremanera y no es que yo las tenga en su mejor situación.

        A continuación les muestro la ruta que se seguirá desde Madrid hasta Segovia.


        Ver Madrid - Segovia por el Camino de Santiago en un mapa más grande

        Se me ponen los pelos de punta sólo de imaginarme cruzando los arcos del Acueducto de Segovia después de haber caminado 100 kilómetros desde Madrid.

        Ya saben, los días 2 y 3 de octubre, si quieren encontrarme búsquenme en algún lugar entre Madrid y Segovia.

        miércoles, septiembre 29, 2010

        Frases LX

        Leyendo El Tao del Jeet Kune Do de Bruce Lee leí una frase con la que me gustó mucho, me parece muy sabia.
        Recuerda la simplicidad: lo suficiente ya es bastante.
        Bruce Lee (artista marcial, actor y filósofo)

        En muchos aspectos de la vida hay que tender a lo simple que muchas veces es lo que mejor funciona.

        lunes, septiembre 27, 2010

        Diccionario barrido (XV)

        afrenta
        1. f. Vergüenza y deshonor que resulta de algún dicho o hecho, como la que se sigue de la imposición de penas por ciertos delitos.
        2. f. Dicho o hecho afrentoso.
        3. f. Peligro, apuro, trance.
        4. f. desus. Requerimiento, intimación.
        Faltó a la cena de su aniversario y Antonio se lo tomó como una gran afrenta.

          miércoles, septiembre 22, 2010

          lunes, septiembre 20, 2010

          El dulce placer de la muerte

          Hoy leyendo la entrada de celebración del quinto cumpleblog de Postit literarios y otras cosas del montón recordaba Alberto un relato que le regalé en respuesta a uno que él escribió. El original, El dulce placer de la muerte, pueden leerlo directamente en su blog. Yo por mi parte quiero reproducir aquí el relato que le regalé:
          Las nubes volaban por encima de la luz de la luna que se intentaba abrir paso entre ellas para observar a quien la miraba.

          Estaba encendiendo un cigarro de forma nerviosa. Sus dedos apenas son capaces de apretarlo con la fuerza necesaria para que no se le caiga. Lo aguanta unos segundos entre los dedos mirando hacia el cielo para tranquilizarse y cuando consigue que sus manos no tiemblen enciende el cigarro y le da una honda calada que lo hace brillar. Echando el humo a medias por la boca y por la nariz se da la vuelta para mirar dentro de la habitación; encima de la cama puede encontrar a una chica semidesnuda que descansa apaciblemente bajo las sábanas.

          Tras dar la última calada al cigarro y lanzar la colilla por la ventana se acerca a la cama y lentamente destapa a la muchacha que plácidamente duerme. La sábana junto con el edredón están ya a la altura de los tobillos y comienza a besar la piel desde las rodillas en dirección al sexo de la mujer. Cuando alcanza la zona la chica se despierta y le dedica una sonrisa mientras sus manos comienzan a bajar la ropa interior para que él pueda acceder mejor a su interior.

          La erección del hombre se hace cada vez mayor. Cuando alcanza la mayor tensión en la erección el hombre coge su pene con la mano y lo dirige hacia la oscuridad del bello púbico.

          Al principio el movimiento es lento e insinuante, sin embargo, a medida que la excitación aumentaba los movimientos eran más bruscos y rápidos. De repente el hombre coge la almohada y la coloca sobre la cara excitada de la chica que en un primer instante no opone resistencia llevada por la excitación. Pero cuando, le empieza a faltar el aire empieza a luchar por librarse de la mordaza que el hombre le ha colocado. Sus uñas rascan la piel del hombre que cuya excitación aumenta a medida que las fuerzas de la chica disminuyen.

          En el momento de la eyaculación la mujer deja de luchar mientras un gemido profundo de hombre anuncia el orgasmo. El cuerpo, en ese instante, se estremece; no se sabe si de excitación o de anhelo por vivir.

          sábado, septiembre 18, 2010

          En los momentos difíciles...

          ... es cuando hay que apoyar.


          Las fuerzas estaban mermadas, habían sufrido una baja y los ánimos no eran los mejores y eso se notaba en el ambiente algo enrarecido por la situación.

          Aparecieron sobre el escenario se armaron con los instrumentos y empezaron a tocar. Ya nada importaba, estaban delante de su público y había que darlo todo. Retroceder nunca, rendirse jamás.

          A nosotros no nos importaba su miedo, sabíamos que nos íbamos a divertir. Tocaron como nunca y disfrutamos como siempre.

          Y como viene siendo habitual les dejo mi visión del concierto tras el visor de la cámara.


          miércoles, septiembre 15, 2010

          martes, septiembre 14, 2010

          En la sala La Sala, en concierto concierto

          ¡Gua! ¡Gua! ¡Gua! Tú y yo lo sabíamos, The Happy Hunters tenían que volver, exigíamos su regreso, lo ansiábamos.

          El psicólogo me había dicho que no me obsesionase, que quizá no volverían, que podrían no volver... Yo sabía que eso no era cierto. Mi grupo favorito, ¡oh, The Happy Hunters! nunca nos deja en la estacada. ¡Jamás! ¡Nooo!

          Y como yo pensaba... ¡¡¡VUELVEN!!! Sí amigos, los volvemos a tener de nuevo en concierto. Descansados después de las vacaciones de verano. Con las baterías de ión litio cargadas a tope después del casi año desde el último concierto.

          Sí, y no sólo vienen con temazos clásicos como Smith (mi muy favorita), Weatherking o Now Hello, ¡no! Puede que nos sorprendan con algún pelotazo. Si no venís a lo mejor os perdéis el nuevo éxito del otoño. Yo no digo nada pero luego la escucharéis en los anuncios en la televisión, como la bailan en los programas de televisión, veréis el anuncio del real3Dtono y pensaréis: "¡albricias! Yo pude estar ahí y no fui" y os tiraréis de los pelos y os quedaréis calvos. The Happy Hunters es la solución a vuestra alopecia.

          Yo lo tengo claro, el viernes 17 de septiembre del año 2010 de nuestro señor Clotis a las 21 horas estaré en la sala La Sala.

          Ver como Víctor, David, Jesús, Víctor J. y Nacho lo petan en este escenario es algo que no tiene precio... bueno sí, ¡¡¡6 aurelios!!! que incluyen una Hunterbebida, la única bebida que te hace molar mazo y ligar a mansalva.


          Además, creo que van a tener a unos teloneros de excepción venidos directamente de Manchester: Oasis. Seguro que si buscáis algo por internet podréis encontrar algo que escuchar de este grupete...

          Este anuncio es de un conciertazo.
          Escúchese detenidamente las canciones del grupo.
          En caso de duda consulte a su Joaquín Luqui.

          Abuelo, cuál ha sido el mejor regalo de tu vida

          - ¡Ay, hija mía! ¿Qué preguntas me haces? ¿Cuál ha sido el mejor regalo de mi vida? Pues déjame que piense.
          - Sí, abuelo. Esa cosa que te han regalado que siempre habías querido y que no te esperabas.
          - Te voy a contar una cosa, pequeña, los mejores regalos son aquellos que, además de no ser esperados, ni siquiera tú sabías que los deseabas.
          - No entiendo, abuelo.
          - Yo te lo explico. Verás. ¿Te acuerdas del maletín de pintura que te regalaron tus tíos que traían lápices de madera, ceras y rotuladores?
          - Sí, me encantó ese regalo.
          - Lo sé. ¿Y te acuerdas de si tú lo querías?
          - No recuerdo haberlo pedido. No. No sabía que me gustaba tanto.
          - Y no te lo esperabas, ¿verdad?
          - ¡No! Me hizo mucha ilusión. Me puse muy contenta.
          - Lo recuerdo. A eso me refiero, tú no te esperabas ese maletín y eso te provocó una sorpresa enorme, si a eso le sumamos que te encantó, tenemos un regalo realmente bueno.

          La niña calla y se mira las manos.

          - Y, entonces, ¿cuál ha sido tu mejor regalo, abuelo?

          El viejo reflexiona unos segundos y sus ojos  se acristalan por momentos mientras sus manos se frotan la frente como queriendo evitar un recuerdo que desea florecer.

          - Abuelo, ¿cuál es el mejor regalo de tu vida?
          - Hija mía. Me estoy acordando de cuando tu abuela y yo éramos jóvenes. Éramos pobres. Apenas teníamos para comer y pasábamos mucha hambre. Cuando yo cumplí los veintiséis la abuela no pudo comprarme ningún regalo. No teníamos dinero. Cuando yo llegué a casa de trabajar la encontré en la cocina llorando.
          - ¿Por qué lloraba abuelo?
          - Estaba triste por no poder comprarme un regalo.
          - Pobre...
          - Sí, pero lo que ella no sabía era que tenía más de lo que el dinero puede comprar. Al verla llorando la abracé y ella me abrazó. Intentó explicarme entre sollozos que no me había podido comprar ningún regalo.
          - ¿Entonces no te regaló nada?
          - Sí lo hizo. Aún recuerdo sus palabras: "Cariño, no tengo nada que darte, no hay nada que te pueda comprar, sólo hay una cosa que te puedo regalar y es algo que jamás vuelve, algo que a cada instante se vuelve más especial porque no regresa. Es aquello que cuando lo regalas ya no existe pero queda en el recuerdo". Me acuerdo perfectamente de quedarme mirándole los ojos. Ya no lloraba porque sabía que tenía algo que a mí me haría más ilusión que cualquier regalo que se pudiera comprar en las tiendas.
          - ¿Qué era abuelo? ¿Qué era? ¿Un maletín de pintura?

          El viejo suelta una risotada mirando hacia el techo y le responde a la niña.

          - No, cariño, tu abuela se me acercó, abrazada, al oído y me dijo: "Te regalo mi vida, te regalo mi tiempo. El tiempo es eso que jamás vuelve, cada minuto regalado no vuelve, no se recupera. No vuelve, no regresa. Cada segundo que viva a tu lado hace que el anterior sea más especial. Cada segundo que te regale será un recuerdo que atesorar".

          Finalmente los ojos han sucumbido a los sentimientos y las lágrimas recorren sus arrugadas mejillas. Echa mano al bolsillo y saca un pañuelo blanco con el que, suavemente, se seca las lágrimas.

          - No entiendo abuelo. ¿Cómo te pudo regalar la abuela su vida? Si te la regaló a ti se quedó sin ella...

          La niña tiene la cara desencajada. No entiende como su abuela podía haber regalado su vida a su abuelo.

          - No me regaló su vida como tal, cariño, es una forma de expresarme su amor. La vida dura lo que dura, un tiempo, y cada segundo que pasa jamás vuelve. Cada segundo vivido es un recuerdo y cada recuerdo es parte de un tesoro que todos debemos atesorar. Tu abuela quería que todos sus tesoros fueran conmigo, vivir su vida a mi lado, estar siempre conmigo. Ese fue el mejor regalo de mi vida.

          La pequeña sigue un poco descolocada.

          - No te preocupes hija mía, eres muy pequeña para entenderlo.  Cuando seas un poco más grande sabrás de lo que hablo. Sólo acuérdate de lo importante del tiempo y de que cada segundo se debe vivir al máximo y compartirlo con aquellas personas a las que más queremos. Cada segundo que le regales a esa persona querida, es una pieza de oro en el tesoro de los recuerdos. Cada pieza hace que el tesoro valga más y más cada vez y eso es algo que jamás te podrán robar.
          - Creo que ya lo entiendo.
          Los dos se quedan en silecio hasta que la niña le espeta al abuelo.

          - ¡Abuelo! ¡Vámonos a pasear al parque!

          miércoles, septiembre 08, 2010

          Frases LVII

          Life's battles don't go always to the stronger or faster man, but sooner or later the man who wins is the man who thinks he can.
          Bruce Lee (artista marcial, actor y filósofo)

          sábado, septiembre 04, 2010

          Estamos de estreno

          Efectivamente, he cambiado el aspecto del blog. Llevaba tiempo queriendo lavarle la cara para darle un aspecto aún más simple. Es a lo que tiendo desde hace un tiempo, a la simplicidad. En el caso del este Rincón, considero que el contenido debe ser el máximo protagonista y toda distracción es demasiada.

          He escogido una plantilla mayoritariamente oscura por una razón: las fotos suelen verse mejor con fondo oscuro. La letra no podía ser de otra forma que de color blanco para resaltar sobre el fondo.

          La plantilla la he diseñado con el Template Designer de Blogger que además trae incorporada la opción de compartir las entradas vía correo electrónic, twitter, facebook, etc.

          Para acompañar el cambio de aspecto, quiero dejarles una frase, que por ser repetida hasta la saciedad, no deja de ser cierta y con un origen un tanto confuso.
          Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
          Como siempre, se aceptan comentarios y/o sugerencias sobre esta nueva fachada.

          miércoles, septiembre 01, 2010

          Frases LVI

          No olvides por qué haces fotografías, no pierdas el amor.[...] Se hacen fotografías porque se siente dentro de sí una necesidad de hacerlo.
          Alejo Henao (fotógrafo y colaborador de ALTFoto)

          jueves, agosto 26, 2010

          Cicloturismo por Galicia (y VI)

          Efectivamente, y VI. Esta es la última entrada que escribo sobre mis vacaciones este año. Bastante he dicho ya sobre todo lo que he vivido, mucho he mostrado sobre lo que he disfrutado, demasiado he expresado sobre lo que he sentido...

          Compartí en su momento el segundo momento más especial del viaje y ahora toca hacerlo con el más especial. Hace tiempo que escribí que tan importante como disfrutar de la meta es hacerlo del camino, lo cual no quita que uno disfrute de haber conseguido llegar a la meta y ser feliz. Pues bien, el vídeo que a continuación comparto con ustedes no es más que la llegada a la Plaza del Obradoiro.



          Ya lo he comentado, pero al apagar la cámara y dejar La Solitaria sólo pude sentir paz.

          Y así acaba todo, no hay mucho más que pueda decir que no haya dicho ya. La próxima...