Esta vez la cosa va de costa y naturaleza. Destacaré, primero lo natural: las Dunas de Corrubedo. Se trata de un parque natural que, como su nombre indica, se ha ganado esta denominación gracias a la flora y la fauna que surgen en las dunas.
La belleza de estas dunas reside en su extensión pero sobre todo en su altura ya que, según la información que se podía leer en el parque, las dunas podrían casi tapar las torres de la Catedral de Santiago.
Al lado de las dunas el pueblo que les da nombre, Corrubedo.
No tiene ninguna edificación que descaque por su grandeza pero la tranquilidad que se respirar a eso de las tres de la tarde, cuando la mayoría del pueblo está en sus casas, recién comidos a punto de caer en las garras de Morfeo, no tiene desperdicio.