martes, noviembre 25, 2008

Un post, un rincón (XVIII)

Esta vez la cosa va de costa y naturaleza. Destacaré, primero lo natural: las Dunas de Corrubedo. Se trata de un parque natural que, como su nombre indica, se ha ganado esta denominación gracias a la flora y la fauna que surgen en las dunas.
La belleza de estas dunas reside en su extensión pero sobre todo en su altura ya que, según la información que se podía leer en el parque, las dunas podrían casi tapar las torres de la Catedral de Santiago.
Al lado de las dunas el pueblo que les da nombre, Corrubedo.
No tiene ninguna edificación que descaque por su grandeza pero la tranquilidad que se respirar a eso de las tres de la tarde, cuando la mayoría del pueblo está en sus casas, recién comidos a punto de caer en las garras de Morfeo, no tiene desperdicio.

sábado, noviembre 22, 2008

Un post, un rincón (XVII)

Donde hay un río hay un puente. Pues de eso van los rincones de hoy. En concreto dos puentes que distan aproximadamante 160 kilómetros: Ponte de Lima y Ponte Nafonso.
Ponte de Lima es una pequeña villa portuguesa situada al norte del país, a pocos kilómetros de la frontera, situado a orillas del río Lima. Las orillas están comunicadas por un puente, de ahí el nombre de la villa.
Destaco esta fotografía porque me recordaron a las estatuas Moai de la isla de Rapa Nui.
El otro puente que traigo hoy se llama Ponte Nafonso. Este puente cruza el río Tambre a muy poca distancia de su desembocadura en la Ría de Noia y Muros.
Según la leyenda, el arquitecto de la obra no pudo ver terminado el puente ya que había prometido a su hermano, arquitecto del Monasterio de Toxosoutos (Lousame), que no verían sus respectivas obras hasta que ambas no estuvieran terminadas. Afonso, el arquitecto del puente, sucumbió a la curiosidad y fue castigado a no poder terminar su obra. La pena del arquitecto castigado se resume en la copla:

Adeus ti, Ponte Nafonso,
non sei quen te acabará,
trinta anos me levaches,
flor da miña mocedá.

jueves, noviembre 20, 2008

Un post, un rincón (XVI)

Valença do Miño es otra pequeña población de Portugal más pequeña que Viana do Castelo situada a algo más de dos kilómetros de la frontera.
Esta pequeña población reúne tanto edificaciones religiosas, como militares así como civiles. Recorrer la fortaleza a primera hora de la mañana, con el rocío mojando la hierba es algo magnífico.

martes, noviembre 18, 2008

Un post, un rincón (XV)

¿Recuerdan Santa Tegra? Como sabrán, el Río Miño es la frontera natural entre España y Portugal en el norte. A un lado está Santa Tegra y al otro está...


Hay que decir que el encanto de la desembocadura por el lado portugués no es ni mucho menos como el encanto del que hace gala Santa Tegra, pero merece la pena visitarlo.

domingo, noviembre 16, 2008

Un post, un rincón (XIV)

Quiero seguir compartiendo con ustedes fotografías de pequeños rincones, nada grandioso, pero que por eso de no ser grandiosos tienen su encanto propio.
Esta vez el rincón es de nuestro vecino peninsular: Portugal. El rincón en concreto se llama Viana do Castelo y se trata de una población en la provincia de Miño que no alcanza los 9000 habitantes. Le oí hablar al amigo Mr. Papada de este sitio y no me lo quise perder.
Si se animan a ir les recomiendo ir al centro comercial que hay en la estación y disfrutar de la maqueta ferroviaria que recorre el centro comercial.

miércoles, noviembre 12, 2008

Estaré ausente

Queridos amigos, el trabajo me tiene absorbido estos días. Estoy en Cádiz de nuevo, aunque por poco tiempo ya que esta tarde viajo a Jerez de la Frontera. El viernes vuelvo a Madrid, pero el lunes vuelvo a bajar a Algeciras y también iré a Ronda.

Espero que después no haya tanto viaje y poder compartir con ustedes algunas fotografías y alguna que otra historia.

Mientras estoy fuera sean buenos.

miércoles, noviembre 05, 2008

Frases XXXVII

De una lista de máximas de la aviación en tono de humor publicada en Microsiervos me quedo con la siguiente:
Aprende de los errores de los demás. Nunca vivirás lo suficiente para cometerlos todos tú mismo.
Y aunque sea una máxima de la aviación bien podría ser extendida a todas las experiencias de nuestra vida.