domingo, marzo 30, 2008

De viaje, adivine dónde

Por razones de trabajo esta semana estaré de viaje. El plan a día de hoy es volver el viernes por la tarde aunque cabe la posiblidad de quedar allí hasta el domingo. ¿Que dónde voy? Pues heles aquí la parte donde entran ustedes. Como con otros viajes de que he hablado en el rincón voy a proponer unas pistas y ustedes durante esta semana pueden intentar adivinar dónde estoy. Durante la semana iré monitorizando en la medida que el trabajo me lo permita, cómo va el ¿concurso?

Como otras veces parece que las pistas han sido claras, esta vez no se lo voy a poner tan fácil, ¿o sí? Vean:
  1. Se trata de una ciudad española.
  2. Dispone de una estación de trenes término.
  3. La provincia donde se ubica esta ciudad tiene más de 260 kilómetros de costa.
  4. Su población ronda los 130.000 habitantes.
  5. Su gentilicio no se construye de forma regular.
Después de plantear las cinco pistas les diré que esta vez no voy a instalar nuestro sistema, como en Barcelona, sino que viajaré en calidad de formador para los operadores. Deseenme suerte para que todas las cosas vayan bien.

Y si tengo ocasión sacaré alguna fotillo que pueda compartir con ustedes, aunque no prometo nada.

lunes, marzo 24, 2008

De vuelta a la realidad

¿Hola? ¿Sí? ¿Se me oye al otro lado? ¿Están todos? Espero que sí, espero que hayan vuelto todos sanos y salvos de sus vacaciones. Ella y yo estamos vivitos y coleando de vuelta a la rutina diaria.

¿Y bien? ¿Dónde han estado? ¿Qué han hecho? ¿Han descansado? ¿Han disfrutado? Espero que sí. Nosotros hemos estado en la capital descansando con pequeñas escapadas por los alrededores. Desgraciadamente el clima no acompañó para cumplir todos los planes pero al menos pudimos hablar con los extraterrestres a través de las grandes antenas ubicadas en Villafranca del Castillo.

También estuvimos en Ávila para ver su magnífica muralla y casualidades de la vida nos topamos con los Toros de Guisando. Me gustaría remarcar que las fotos son las mejores que pude hacer gracias a que una panda de hijos de... padres descuidados se afanaba en subirse encima de las rocas toradas. A pesar de los pesares hubo una cosa que me llamó la atención: no les encontré las cazuelas, ¿por qué demonios les llaman, entonces, de guisando? Será por eso de que a veces el arte no es comprensible por todos.

Una de las cosas que descubrimos es que muchas veces la excelencia se disfraza de humildad para demostrar que no es oro todo lo que reluce pero que aunque no reluzca puede ser oro.


Llevo un rato escuchando un murmullo, más o menos desde que dije lo de los extraterrestres. ¿Acaso no se creen que nos hayamos comunicado con seres de otro planeta? Vean la antena que usamos:


Tuvimos que buscar estas antenas porque queríamos comunicarnos con unos OVSIs que habíamos visualizado.

En resumen, unas vacaciones tranquilas y agradables.

martes, marzo 18, 2008

Deseos

Esta historia me la contó hace tiempo un señor con el que coincidí en un viaje en autobús. Era un hombre mayor, de unos setenta y cinco años. Seguro que había tenido una vida fructífera y que había disfrutado mucho de ella, pero entonces ya era un pobre viejo triste y amargado.

Reconozco que al principio, cuando el viejo empezó a hablarme, intenté hacerme el loco. Pensé que estaría todo el viaje contándome batallitas de su vida y que no me dejaría tranquilo hasta que nos bajásemos del autobús. Me contó que se llamaba Aurelio y que iba a ver a un muy buen amigo a Asturias, un viejo amigo de la universidad al que no había visto desde que ambos acabaron la carrera.
Las historias no eran muy diferentes a todas aquellas que hemos vivido todos en nuestros años de universidad: diversión, locuras, muchas horas de estudio y descubrimiento del mundo. Sin embargo, un momento se quedó callado y con la mirada perdida al frente, en la carretera. Me quedé atónito mirándole intentando imaginar qué estaría pasando por su cabeza, esa cabeza llena de recuerdos, vivencias, sapiencia y, quizá, cierta locura.

El mundo no está carente de cierte ironía porque cuando mi interés por aquel hombre estaba en niveles negativos, me espetó:

- ¿Alguna vez te ha hablado una fruta? ¿Alguna vez has hecho realidad los deseos de alguien?
Parálisis. Quería pensar y no podía. Quería dejar de mirerle y no podía. Quería no sentir curiosidad y no podía. Quería no saber y no podía.
- No -respondí.
Suspiró.
- El otro día, al levantarme, fui a la cocina y me puse un café. Me acerqué al frutero y cogí dos naranjas y una pera. Pelé las dos naranjas y con calma me las fui comiendo. Me gusta mucho comer fruta por la mañana. Hace que el resto del día me sienta ligero y con energías. Además la vitamina C de las naranjas me ayuda a no constiparme tan a menudo...
- Pero -le corto- ¿se comió la pera?
- ¡Ay, amigo! La pera tiene historia.
- Cuénteme -casi suplicante.
- El caso es que cuando la iba a pelar oí una voz gritando que decía "no, no, espera espera". Miré alrededor confuso. Vivo solo así que nadie podía estar hablándome. Volví a intentar a pelar la pera y volví a escuchar una voz que gritaba "¿es que no me has oído?". Demonios, era la pera la que me estaba hablando. Salí de la cocina y me fui al baño, me refresqué la cara, las manos, las muñecas, respiré hondo y volví a la cocina a seguir tranquilamente comiéndome una pera. Me planté frente a la encimara con las manos sobre ella. Entre mis manos la pera y el cuchillo. ¿Me estaría volviendo loco?
- ¿Volvió a hablar? -pregunté.
- Desde luego que sí. Extrañamente tenía acento argentino y me dijo que antes de comérmela tenía un deseo. Esto me desubicó un poco. Ciertamente era la primera vez que hablaba con una fruta, al menos con una pera de agua.
- ¿Un deseo? -pregunté con ansias de saber.
- Sí, un deseo. Me dijo "este, bueno, pelotudo, antes de que me comás me gustaría que me concedieses un deseo, che. Desde que me caí del árbol he querido ser un melón". "¿Un melón?", pregunté, "¿qué quieres que yo haga por ti?". "Verás, sé que no soy un melón, que soy una pera, pero podrías comérseme como si yo fuera un melón. ¿Sabes cómo se come un melón?". "Sí", respondí. "¿Entonces, qué? ¿Me harás este favor?". "Por supuesto, no tengo nada que perder", le respondí. Así que a ello me puse. Le quité el culo y la cabeza y fui sacando rodajas de la pera, quitando la cáscara y comíendomelo poco a poco. Cáscara y no piel, comiéndomelo y no comíendomela porque decidí que aquel día desayuné dos naranjas y un melón. Cuando hube terminado me tomé el café y salí a pasear, como si nada.

El viaje desde entonces fue silencioso, ninguno de los dos dijo ninguna palabra. Nos bajamos del autobús,. Nos miramos. Nos alejamos.


¿Que por qué les cuento esta historia? Para que como yo tengan en cuenta la moraleja de esta historia. Ya saben, la moraleja. Cada vez que como una pera recuerdo: las peras hablan con acento argentino.

miércoles, marzo 12, 2008

Una palabra

Leyendo la entrada de un buen amigo de Ferrol me quedo, y por eso lo comparto con ustedes, una palabra que me ha gustado especialmente:

balaustrada

¿Y qué es una balaustrada? ¿Qué hay mejor que una palabra? Mil palabras, sí, pero mejor que mil palabras es una imagen. Heles aquí una balaustrada.

viernes, marzo 07, 2008

Unidad

Sé que hace tiempo que tengo esto un poco dejado pero hoy no hay excusa. Ahora más que nunca hace falta unidad.

No más víctimas. No más terrorismo.

domingo, marzo 02, 2008