sábado, diciembre 09, 2006

Las antinguas pesetas

Qué gracia me hace cuando alguien dice: tantos euros, no sé cuántas de las antiguas Pesetas. Me entra la risa floja... jijiji... El caso es que "tantos euros" no son "no sé cuántas de las antiguas Pesetas". Recuerdo que con no sé cuantas Pesetas iba al quiosco y me compraba infinidad de cosas: una bolsa de pipas, una bolsa de fritos (¿hay algo más sabroso que un bolsa de fritos?), un par de regalices de a 5, tres chicles de fresa ácida y un chupachús de 25. El quiosquero te decía: "100 Pelas, chaval". Soltabas la monedita y ¡ala! a zampar se ha dicho. Esas eran las antiguas Pesetas.

Las que ahora se llaman las antiguas pesetas son esas que salen de multiplicar los tantos euros por ciento sesenta y seis con tres cientos ochenta y seis. Es decir que las 100 Pesetas que te gastabas en el quiosco no son, ni mucho menos, los 60 céntimos de euro de ahora, ojalá. Tú ahora vas al quiosco y pides una bolsa de pipas, una bolsa de fritos, dos regalices, tres chicles y un chupachús de los de a 25 de las antiguas y te suelta el quiosquero: 2 euros. Lógicamente el quiosquero sólo se adapta a un mercado que por un lado le sube los precios con lo que él tiene que hacer lo propio con los clientes.

Yo de economía no sé mucho... Hasta hace un par de años yo pensaba que el IRPF era algún grupo de música extranjero (lo sé, es muy exagerado pero ¿a que la frase quedaría bien en un monólogo?). Lo que sí sé es que yo antes con 20 pavos tenía para pasar la tarde con los amigos "bien alimentaos" y ahora con un euro entro al quiosco y no tengo ni para 5 minutos...

Recuerdo una anécdota de cuando estuve viviendo en una residencia universitaria en Coruña, de cuyo nombre no quiero acordarme. Coincidió con el año del cambio de la Peseta al euro. Recuerdo que la comida era bazofia pura (todo aquello que podáis decir de la comida de vuestros comedores universitarios o bares del barrio es poco comparado con esto, pero esa es una historia para contar en otro momento) y teníamos que comprar cosas en la cafetería de la susodicha residencia. Recuerdo que vendían tabletas de chocolate a 100 Pesetas y que con el cambio al euro pasaron a costar 1 euro. Cuando quien me atendió me dijo lo que costaba le dije: perdón, pero 100 Pesetas son 60 céntimos (no sabré de economía pero multiplicar y dividir sé bastante bien). El individuo alegó no sé qué del IPC de subida y no sé qué más palabrería técnica. Le paré y le dije: mira, si me quieres timar no hace falta que te inventes tonterías del IPC ni JoDT, te dejo que me times pero no insultes mi inteligencia con historias varias. El tipo insistió en explicarme que me estaba timando porque le daba la gana basándose en no sé qué absurda teoría suya así que le dije: "mira, viendo que insistes en tratarme como si fuera x (donde x es una palabra mal sonante), te quedas con tu tableta de chocolate y la próxima vez si vas a timar a alguien al menos no intentes justificarlo". Y allí se quedó el tipo...

Hay dos cosas que no aguanto en la gente: la primera, que me mientan y la segunda, que me traten como si fuera tonto. Así que ya saben, si alguna vez me mienten, al menos no me traten como si fuera tonto.

1 comentario:

Alberto Fernández dijo...

JAJAJJAJAJ, uno puede saber poco de economía pero no es gilipollas, sin duda, que gran verdad. Los economistas demostraron que aunque no hubo efecto 2002 si existio el efecto euro, donde muchos comerciantes se aprovecharon de esa ya famosa conversión, un euro cien pesetas.

De todas formas, he comprobado en mis carnes lo que el chaval dice, en serio, no le tomen el pelo, y mucho menos quieran hacerle pasar por tono, no perdona una, y con razón.

Un abrazo desde Madrid.