martes, julio 04, 2006

El día que perdí el metro

Aquella mañana me dirigía a coger el metro en Plaza Espanya. Todo estaba yendo mal, las cosas en casa no mejoraban, las cosas con Dina no iban bien, esa semana se me acababa el contrato y no tenían intención de renovárrmelo. Todo se estaba yendo a la mierda.

Entro en la boca de metro y empiezo a notar el calor típico del subterráneo y el bullicio de las aglomeraciones de la gente esperando la llegada del tren. Bajo las escaleras y veo que hay gente subiendo. ¡Mierda! He perdido el metro. Ahora me tocará esperar en el anden un largo rato pasando calor para que el metro que llegue esté lleno de gente. Definitivamente hoy no es mi día.

Espero en el andén pero el tren tarda, más de lo normal, en llegar. Empieza a haber ya demasiada gente en el andén y no parece que el convoy tenga intenciones de aparecer. La gente ya empieza a ponerse nerviosa y a maldecir a todo lo que se les pasa por la cabeza. Seguro que algo ha pasado, alguna avería, siempre pasa lo mismo. Esto es una mierda.

El tiempo pasa y el tren no llega.

De repente se oye por megafonía una voz metálica que anuncia la suspensión del servicio en toda la línea 1 por el descarrilamiento de un tren a la entrada de la estación de Jesús. La siguiente a Plaza Espanya. Noto que mis piernas se debilitan y que la cabeza se me va. Me desmayo.

Al despertar me encuentro rodeado de tres o cuatro personas que me abanican y las oigo hablar: "una lipotimia, es que hace mucho calor aquí", "es que había ya demasiada gente", "dicen que hay muertos y todo". ¿Muertos?

Después de recuperarme y, puesto que el andén está ya casi desalojado por los servicios de seguridad, salgo de ese infierno y me dirijo a la parada del autobús. Me enchufo los auriculares para saber qué dice la radio del incidente.

Al principio no se sabe si hay heridos. Esa duda desaparece para convertirse en qué cantidad de heridos hay y si habrá alguna víctima mortal. Las hay, a media tarde se habla de veinte muertos que con el transcurso del día aumentan hasta treinta y cuatro. Hoy son ya cuarenta y una las personas fallecidas a causa del accidente.

Todo ese malestar que sufría ayer ha desaparecido porque de haber tardado treinta segundos menos en llegar al metro quizá fueran cuarenta y dos los fallecidos o cuarenta y ocho los heridos. Hoy todo lo veo más claro, al menos sigo vivo.

No está basado en hechos reales sólo es mi homenaje personal a las vícitmas del accidente en el Metro de Valencia.

5 comentarios:

Alberto Fernández dijo...

Ahora resulta que el metro circulaba más rápido de lo permitido y que, para variar en este país de infraestructuras de última tecnología, tenía ya unos cuantos añitos.
¿Y habrá algún responsable? ¿Dimitirá alguien? No sé porque nadie va a asumir las duras, aunque todos se apunten a las maduras.
Mis condolencias a todas las victimas y sus familiares.

Un saludo desde A Coruña

Anónimo dijo...

Hoy, que a todo le damos el matiz de la gravedad en función de si se ha cometido un acto terrorrista ...
Valga como homenaje esta letra que forma una de mis canciones desde hace un tiempo, como matiz de la gravedad de lo que desgraciadamente ha sido un accidente (sin connotaciones políticas).
Esto, manchado y cubierto por el tinte inesperado e indeseable de la mala fortuna, como madre de las desgracias sufridas por personas que se han limitado a eso, a vivir como personas.

(...) Sueño,
que aunque esta vida parezca,
la catarsis de un mal sueño,
no me encuentro entre la gente
que se olvida y que se queja.

Sueño con las caras de inocencia
del trabajo y manos limpias
que se forjan en el alma
de los que sienten ausencias

Sueño con resucitar este "verano" que termina lleno de fatalidad;
Sueño con resucitar
a la luz de la esperanza;
Sueño con echar a andar,
con despertar y encontrarme
un mundo en el que haya paz;
sueño tener tiempo pa'soñar; (...)

Elena

Alberto Fernández dijo...

Bonita canción, me gusta soñar... de hecho tengo muchos sueños, pero también pienso que para que los sueños para que se cumplan, hay que despertarse, y eso algunas veces es una pesadilla.
Lo que pasa es que ese mal trago es menor o más llevadero, si alguien te canta cosas tan lindas como esa, a voz baja, despacio, cual nana, para que aunque despiertos, tengamos la tranquilidad de un estupendo sueño.

Un saludo desde A Coruña.

(Que chica ésta, jajaja, que descubrimiento David, como siempre eres un imán para atraer cosas buenas, sobre todo chicas ;) jajajaj)

Anónimo dijo...

Mi recuerdo para todas las víctimas, y un abrazo enorme para tí, de corazón, contenta de que el destino te echara una mano, o la casualidad, o tus propias piernas.
Y después de leer esta entrada, me alegro aún más de lo que ya lo había hecho, al saber que esta mañana te hice bailar ;)

Besazos mil.

Sol

Anónimo dijo...

Wops! El de la historia no soy yo. Sólo es una ficción que no lo es tanto porque conozco un caso similar. Sólo es eso, un homenaje personal para las víctimas. Se agradece la atención. Besos.