jueves, marzo 23, 2006

La felicidad efímera

Marcos era un niño feliz, feliz, feliz. Todo en su vida era perfecto: sus padres acomodados que no adinerados, en el colegio le iba bien aunque no fenomenal, era bueno en el deporte aunque no excepcional, eso sí era feliz, muy feliz.

Era fácilmente reconocible porque era el único niño que iba a todos los sitios dando saltitos. Por las mañanas cuando se levantaba de la cama y aún adormecido iba hasta la cocina dando saltitos a darle un beso a su madre que le esperaba para prepararle el desayuno y llevarlo al colegio. De camino al colegio, y por mucho frío que hiciera o por mucho que lloviera iba dando saltitos por la calle, agarrándose a las farolas y señales girando alrededor de ellas. Simplemente era feliz.

En el colegio estaba siempre sonriendo porque era feliz, no tenía razón para no ser feliz. Sus compañeros lo adoraban porque desprendía felicidad allá donde iba. Era feliz y hacía feliz. En el patio del colegio era fácil localizarlo porque siempre estaba dando saltitos, hiciera lo que hiciera, y, además, lo hacía siempre rodeado de niños y niñas que muchas veces le acompañaban en los saltitos.

Marcos era feliz, muy feliz, feliz porque sí.

Hoy en día Marcos no es feliz, hoy en día vive amargado esclavo de una rutina que le atrapa mentalmente y no recuerda los años en los que vivía dando saltitos todo el día, días en los que era feliz por que no podía estar triste. A veces al levantarse siente unas necesidades casi irrefrenables de ir hasta la cocina dando saltitos pero no lo hace. Ahora vive triste porque no tiene razón para estar feliz.

La felicidad, efímera.
Dedicado a aquellos que no son felices porque no saben que pueden serlo sin razón.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En las pequeñas cosas es donde se encuentra la verdadera felicidad y si alguien piensa que no tiene razones para ser feliz es porque no quiere serlo. La felicidad es de quien la busca y pensar que siempre hay alguien que esta peor que uno mismo y que sale adelante.
Un relato genial, para no variar. Besos.

Alberto Fernández dijo...

Yo cada vez que tengo un mal momento, hago dos cosas:
- poner a todo trapo I will survive
- coger un buen trozo de chocolate

Luego todo es coser y cantar

At first, I was afraid,
I was petrified.
I kept thinking
I could never live without you by my side.
But then I spent so many nights
Just thinking how you'd done me wrong.
And I grew strong.
I learned how to get along.


JAJJAJA, genial post si señor.

Alberto Fernández dijo...

P.D. al mensaje anterior: Sabes qué amigo oso,disfrutemos del momento.

Anónimo dijo...

vaya.. ya hacia tiempo k no m pasaba x aki.. estupendo relato, coma sempre.. m voy a comer... venga, aburiño!!
a partir de ahora saltare un pokito + jeje