miércoles, marzo 15, 2006

En plato frío...

Aquel día hacía bastante frío, el termómetro de la puerta marcaba cuatro grados bajo cero. Goar salió de casa y se encaminó al bar de Paco.

- Buenos días, Fran. ¿No está tu padre?
- No, ha salido al banco, pero me ha dejado la bolsa aquí. Van ocho como siempre.
- ¿Puedes hacerme uno más?
- Sí, te lo pongo ahora.
- Ponme antes un café mientras lo haces.
- Ahora mismo.

Francisco, un joven de veintitrés años bien hecho, corpulento y guapo, le pone el café y se pone a prepararle el noveno bocadillo. Mientras tanto, Goar hojea el periódico en busca de nada en concreto. Cuando Fran acaba le mete el bocadillo junto con los otros ocho en la bolsa y se lo pone delante encima de la barra.

- ¿Qué te debo? - dice Goar.
- Son catorce.
- Pero va un bocadillo de más y el café.
- Son catorce, así queda.
- Toma quince, está así- saca dos billetes y se los da en mano.
- Muy bien Goar. Le digo a mi padre cuando venga que has estado aquí.
- Si puedo me paso por la tarde. Muchas gracias, Fran.
- Nos vemos.

Coge la bolsa y sale del bar. Caminando con paso ligero va hasta el trabajo. De camino se para en un parque donde un grupo de cuatro indigentes se calientan al albergue de una hoguera de madera.

- Buenos días, caballeros.
- Buenos días, Goar- dicen los cuatro casi al unísono.
- Hoy hace mucho frío, ¿eh?
- Ya ves, aquí estamos nosotros al calorcito. Toda la noche ha aguantado la hoguera.
- Os traigo algo para comer, hay dos para cada uno. Saco uno para mi, van ocho en la bolsa.

Los deja al lado de uno de ellos, quien los va sacando y sin mirar va repartiendo dos a cada uno. Con la bolsa hace un nudo y la guarda en la mochila que tiene entre las piernas.

Goar al irse se da cuenta de que uno de ellos tiene un ojo morado y el labio hinchado.

- Mariano, ¿qué te ha pasado?
- ¡Bah!- se coloca la mano en la boca pues le cuesta hablar.- Unos chicos que vinieron anoche y me ofrecieron veinte euros por sacarme una foto.
- ¿Y qué pasó?
- Pues nada que estaba esperando a que me sacaran la foto y me emperazon a dar puñetazos y patadas por la espalda y así me dejaron.
- ¿Y conoces a los chavales?
- Sí, suelen estar por el parque de allí al lado.
- ¿Cuándo suelen venir?
- ¡Bah! Se pasan allí todas las noches.
- Bueno pues esta noche hablamos, ¿vale?
- Vale, amigo.

Se fue a trabajar y toda la mañana estuvo pensando en el asunto sucedido. Seguro que él podía hacer algo al respecto. Eso no iba a quedar así, no debía y no quedaría así.

Por la noche cuando llegó a casa se vistió con las peores pintas que pudo y salió a la calle con dirección al parque donde estaban sus amigos callejeros. Se había "disfrazado" de vagabundo. Se acercó al centro del parque donde había una hoguera y se sentó.

- Hola a todos.
- Hola- dijo Mariano.
- Mala noche para dormir en la calle ¿no?

Nadie le había reconocido con las pintas que llevaba y con el pelo sin peinar bajo la gorra.

- Pues sí, amigo, la vida es así de dura- respondió Lucas, otro de los indigentes.

Estuvo un rato sentado hablando y escuchando las historias que sus compañeros contaban. Pasado un tiempo todos sacaron un bocadillo de sus macutos. Empezaron a comer y al ver que el recién llegado no tenía nada que comer partieron un cacho de sus bocadillos y se lo ofrecieron.

- No, muchas gracias, de verdad, acabo de comer. Me han dado para un bocata a lo largo del día y lo he comido hace una hora o así. Si queréis tengo unas monedas, podemos dividirlas entre todos.

El murmullo de los cuatro hace sospechar la negativa.

La noche avanza y sobre las doce de la noche aparecen tres individuos de unos veinte años en sus respectivas motos. El ruido es atronador lo que hace sospechar que las motos han sido trucadas. Cuando hubieron bajado de la moto y se hubieron quitado el casco de los codos el recién llegado se levantó de su asiento y se dirigió a los tres chicos.

Cuando se acercó al grupo estaban quemando una piedra de jachís, con un cigarro en la oreja y en la otra papel de liar.

- Chicos ¿tenéis un cigarrito?
- Sí.

El más grande echó mano al bolsillo interior y sacó la cajetilla de tabaco y de ella un cigarro y lo mostró.

- ¿Lo quieres?
- Sí.

Los otros dos complices se acercan al tercero.

- Pues si lo quieres tienes que dejar que te saque una foto.
- Vale.

El grandullón saca el móvil del bolsillo del pantalón y los otros dos se colocan detrás del vagabundo. El tío corpulento orienta el móvil hacia el vagabundo y hace como que está enfocando. Por detrás uno de los individuos le atiza tal golpe en la cabeza que lo tira al suelo. Las risas y las voces se hacen escandalosamente fuertes que llaman la atención de los cuatro indigentes del parque.

Cuando desde el suelo sale de su aturdimiento se levanta y allí están los tres matones riéndose y viendo de nuevo el vídeo mientras le dan caladas profundas al porro recién liado. Los cuatro indigentes se encuentran alrededor del quinto. Se quita la gorra y se quita el abrigo. Mariano le mira y lo reconoce.

- Iros de aquí Mariano.
- Pero, ¿qué haces?
- He dicho que os vayáis.

Sin rechistar se marchan y Goar se remanga. Se acerca al grupo de los tres individuos y le propina una patada en la rodilla al más grande. El dolor se hace claro al oirle gritar y retorcerse en el suelo. Uno de los otros dos se lanza contra Goar pero esquiva el golpe y le propina un rodillazo en la nariz. Sus manos viajan hasta la nariz que se impregnan de la sangre que le sale de la nariz rota. El tercero parece asustado y retrocede ante el aspecto que tiene Goar y la cara de furia. Intenta escapar corriendo pero Goar sale corriendo detrás y hasta que no le da alcance no para. Una vez que le ha alcanzado lo tira al suelo y le somete a tal paliza que queda inconsciente.

Todos han quedado reducidos a cuerpos gimientes. Goar se acerca al grandullón y le coge el móvil, marca ciento doce y habla.

- Hola buenas noches, podría mandarme un par de agentes al parque de Elviña, por favor. Ha habido una trifulca y han salido heridos tres individuos. ¡Ah! Por favor, registrenlos porque pueden llevar drogas y quizá armas, además llevaban motos trucadas y si revisan sus móviles podrán ver vídeos de agresiones a indigentes.


6 comentarios:

Carlos Artesa dijo...

Nunca jamás me había visto repartiendo justicia an forma de patadas...

Por cierto, bonito nombre...Goar...¿Sabes lo que significa?...

Un fuerte saludo.

Anónimo dijo...

Según lo que he podido encontrar en internet, corrígeme si no estoy en lo cierto, Goar es de origen germano y significa ímpetu y fuerza.

Por cierto, bonito nombre ;-)

Un saludico.

Carlos Artesa dijo...

Muy bien, has hecho los deberes...

También significa luchador.

Aunque en mi barrio tiene un significado mucho mejor " aquel tio bueno, cachas, con 20 cm de virilidad que abre los mares con su sola mirada..."

jejejej.

A ver si nos vemos.

Saludos

Alberto Fernández dijo...

A mayores, también significa señor de la región, amo del señorío.

Buen relato chaval, y me gusta que los nombres de los personajes caractericen su personalidad.

Un saludo desde A Coruña

Croc dijo...

Estupendo relato ;) Me encantan las historias impactantes y que me hacen pensar. Y esta hace las dos cosas.

Yo tb intento escribir alguno en clases aburridas, xo me salen algunos autenticos churros.
Los escribes directamente en el post, o antes en papel?? Cuando es tu "momento de inspiracion"??

Salu2

Anónimo dijo...

Pues mira amigo Croc, la idea se fragua casi en cualquier momento del día, en cualquier situación de la vida cotidiana y la desarrollo en la cabeza. Cuando tengo un momento libre, me pongo ante el teclado entro en www.blogger.com y me pongo a escribir.

Una cosa, si aparecen errores tipográficos o inconsistencias en la historia es porque la escribo de dos veces y además no leo lo que escribo después de hacerlo.

"Momento de inspiaración" suele ser en la tranquilidad de la noche.

Gracias por tus palabras y por entrar en el rincón.