viernes, diciembre 16, 2005

La jungla de asfalto

Larga ha sido la semana... Atrás quedan las semanas de dos días de trabajo que algunos tantos añoran pero que a mi sinceramente me descentran totalmente. Esta semana, por circunstancias, he estado durmiendo cinco (para mí) escasas horas diarias y hoy viernes por la mañana, a eso de las 8.35 de la mañana en el vagón de un tren que me llevaba al infierno de la oficina, el sueño y el cansancio hacían presencia en mi cuerpo. Las cinco horas en la oficina han pasado segundo a segundo, minuto a minuto, hora a hora, lentamente.

Al llegar a casa para comer me he planteado que sería una muy buena idea irme a patinar un par de horas. Termino de comer, miro el correo (esos emails tan queridos
de ESA persona de esa asignaturas tan adorada por todos), me calzo los patines al hombro y me voy.

Voy en metro hasta plaza Elípitica y allí me calzo los patines, ahora sí en los pies. Me habían dicho que había un carril bici de no sé cuántos kilómetros que para patinar está muy bien. Me lanzo a patinar por el susodicho carril y cuando he patinado apenas un kilómetro me encuentro con que no sigue. Mi lado aventurero me lleva a seguir hacia adelante y buscar el camino de baldosas amarillas que me llevase a ninguna parte.

A base de preguntar por el blasfemia carril de los blasfemia he ido siguiendo adelante. Todo el mundo decía: "sí hay un carril bici larguísimo, sigue de frente que lo coges allí donde está aquel edificio". He pasado por doce de las obras que el alcalde Gallardón se empeña en hacer. Una de ellas cortaba el famoso carril bici que sí exisitía pero que apenas tenía un kilómetro y desembocaba en la tienda MediaMarkt de Villaverde. Hasta entonces no sabía en qué parte de Madrid estaba, ni siquiera sabía si aún seguía en Madrid o si ya estaba fuera de la Comunidad. Cuando he llegado a la estación de trenes me he quitado los patines y me he montado en el vagón de vuelta a mi casa. La aventura había terminado.

De todo esto he aprendido una cosa, cuando estás perdido la mejor fuente de información son los viejecitos que pasean por la calle, se las saben todas y además te indican bien. Los extranjeros (llámense latinoamericanos) mienten como blasfemia y no son de fiar. También comentar que un tío se ha ofrecido a dejarme en el cruce donde empezaba el carril bici para que no me perdiera (dicho sea de paso que no tenía pinta de maricón o proxeneta), un buen hombre.

A todo esto, el recorrido completo que he hecho ha sido: de Plaza Elíptica hasta Villaverde (Cercanías Puente Alcocer). Al enanito verde pongo por testigo que jamás volveré a aventurarme de esta forma.

Nota del autor: durante el trayecto el patinador se ha caído dos escasas veces.

3 comentarios:

Alberto Fernández dijo...

Cúan imcomprendido es vuestro alcalde Ruíz Gallardón, él que levanta obras para que cada día en la urbe sea un desafío y una aventra, para romper con la monotonía de la gran ciudad.
Gracias por el consejo de los viejecitos para orientarse, si me marchó a Madrid, en vez de comprarme una guía alquilaré uno en una residencia de Tres Cantos, que por lo que veo son más eficaces.
Venga, Indiana Jones, un saludo desde A Coruña.

PD:"esos emails tan queridos de ESA persona de esa asignaturas tan adorada por todos" ¡¡Por dios, tú también recibes emails de mi profe de Técnicas de Investigación Social Avanzada!!!!!!!, que pelmazo de tío.

Anónimo dijo...

hola,esta bien aventurarse,siempre con cuidado claro...xq la verdad q si q hay gente de la q uno nose puede fiar...sino miara lo q m paso a mi en sevilla la nueva,cuando uno se ofrecio a llevarme a otro pueblo para coger el bus y luego de paso ofrecerme trabajo en un bingoo....si sali corriendo....
De verdad q ligon eres...jajaja.
Bueno ya debe estar echo todo un gran patinador.
Y respecto al trabajo ya te queda menos para ausentarte de esa oficina...yo por desgracia tendre q seuir trabajand,aguantando a mucho plasta..xo es lo q hay.Besitos y cuidate.

Anónimo dijo...

Jeje, dos escasas veces te caíste, eh? Ya vas mejorando! De todas formas qué curioso, pensaba que en esta ciudad de Dios no había carril bici, más que nada porque nunca he visto uno. El año pasado vinieron unos alemanes a mi casa en Moncloa y me preguntaron que donde estaban las bicicletas, que en los cuatro días que estuvieron no vieron ni una. Parece que en el resto de ciudades del mundo esto está más evolucionado. De donde yo vengo salir a andar en bici o patinar es una cosa habitual, no un lujo... Venga tío, a seguir bien!