lunes, octubre 17, 2005

Sólo fue un sueño...

Sus manos volaban por encima del teclado escribiendo a una velocidad de vértigo, mientras su mirada se fijaba en lo que iba apareciendo en la pantalla. Sentado en su puesto de trabajo oyó que la puerta de la planta se abría y aparecía Pedro, encargado de los servicios de banca, seguido de una mujer, una chica, una belleza, una diosa con nombre de diosa griega.

La chica iba con unos folios sobre una carpeta recopilando firmas para no sé que asunto de la empresa que sólo es asunto de lo internos. El pelo rizado se agitaba con cada paso que daba. Unos ojos azules brillantes viajaban por todo el espacio en busca de no se sabe qué. Se acercó a todos los del área de retail y después a los de banca. Él estaba en una zona centro y cerca de la puerta de forma que cuando se iba a ir pasa por su puesto de trabajo y le preguntó si va a ir al kick off de la empresa.

- No, yo soy becario- responde él.

Ella se aleja del puesto de él y con la mano que tenía libre recorre los hombros de un extremo al otro de la espalda con una caricia que hace que él se estremezca de excitación. Su mirada se dirige a la cara de ella y se encuentra la mirada cómplice de unos ojos que ahora se muestran más oscuros pero brillantes, ella ha sentido lo mismo.

El tiempo se ha detenido. Nadie se mueve ya excepto ellos dos. Él se levanta de la silla y se dirige con paso uniforme a ella mientras le mira a los ojos. Sus labios se encuentran en un profundo beso donde sus lenguas viajan dentro de sus bocas en busca del placer. Ahora las manos de él están en la espalda de ella y las manos de ella arañan la espalda de él. Las manos de él bajan lentamente con dirección a las nalgas prietas de ella y cuando se encuentra con ellas ella se estremece del placer sentido. Las manos de ella ahora van dirección a la cintura de él. Se encuentran con el pantalón. Las manos, torpes por el sentimiento de placer desabrochan el cinturón y los botones del pantalón para encontrarse con el sexo de él en su máxima excitación. Sus manos ahora acarician el pene con suavidad de forma que es él ahora quien se estremece.

Después de unos segundos ella se agacha lentamente hasta que sus labios besan su pene. Se lo introduce torpemente en la boca y lo agita despacio. Él se apoya sobre la mesa vencido por el placer de la felación. Él está cerca de un estado de trance de forma que le quedan las fuerzas suficientes para asir a la chica por la cintura para que se incorpore.

Ahora es él quien se encuentra con el pantalón de ella. Lo desabrocha y lo baja hasta los tobillos. Le baja el tanga y sus dedos se encuentra con el sexo de ella. Se estremece de placer. Las manos de ella agarran con ansia el pene de él y se lo acerca a su sexo. Él la agarra y la levanta en vilo y la coloca encima de la mesa con las piernas abiertas. Los ojos de ella han perdido esa oscuridad de antes y han ganado en brillo. La boca emite pequeños gemidos de placer que demuestran la clara excitación. Él introduce el pene en la humedad y empieza a moverse con ritmo lento que poco a poco va acelerando.

Ya ninguno de los dos puede disimular su estado extremo de excitación y emiten pequeños gemidos que cada vez se hacen más fuertes. Los movimientos se vuelven más rápidos y los gemidos más fuertes. Ambos se encuentran recorridos por sensaciones que jamás habían experimentado. Los movimientos siguen acelerándose y los gemidos a convertirse en voces fuertes. Los movimientos se aceleran más y más hasta que llega un punto en que ambos se encuentran recorrido por un estremecimiento supremo...

Me despierto en la cama con la respiración acelerada. Bajo los boxer puedo notar que aquello se encuentra en su máxima turgencia y a punto de reventar. Miro a un lado y a otro para poder ubicarme. Estoy en casa, son las seis de la mañana. Aún faltan dos horas para entrar a trabajar. Noto un aroma extraño que no sé de dónde viene pero que me resulta claramente familiar y extremadamente agradable. Sólo ha sido un sueño. Nada más.

2 comentarios:

Alberto Fernández dijo...

Bueno, creo que si se entera la SGAE puede caerte el pelo.... pero por esta vez voy a ser bueno, ajajjajaja. Me gusta, el problema es que estos relatos algo subidillos de tono lo ponen a uno un poco malito de cuerpo, jejejejeejej. Es que el hambre es muy mala.
Venga, sigue así que el Nobel de Literatura cae cualquier año de estos.
Un saludo desde A Coruña

Anónimo dijo...

Dónde le echa to lo blanco?